LBC Menú
Capítulos:
Sino también, una expresión, del griego alla kai, “que transforma de lo ordinario a lo supremo”: el castigo se sufre en la tierra, con personas iguales a uno, en un plano ordinario, sin embargo, no es igual a luchar contra uno mismo, contra la propia conciencia; el pensar que esta ofendiendo a Dios, que se está oponiendo a su salvador. El primer verso de este capítulo es la clave, pues someterse y sujetarse tienen un significado similar, y quien se sujeta a la autoridad que ve y conoce, le es más sencillo someterse a Dios.
“El tributo” era un pago forzado, representaba en moneda el sometimiento a reyes y otras autoridades, también era la alabanza a aquellos a quien es debida. ¿Qué diferencia tiene con el impuesto? El impuesto era un pago obligatorio al estado, para costear los servicios públicos, generalmente se aplicaban a los productos que adquirían los consumidores. Semejante a lo que los ciudadanos pagan hoy. Es por ello que el apóstol Pablo hace la diferencia, pues en la época que fue escrita esta carta, los judíos tenían que pagar tributo a César, pero también tenían que pagar el diezmo al templo, como lo estipulaba la ley de Moisés. Esto era una pesada carga en la economía de los habitantes de las tierras conquistadas por Roma.
Los dos primeros conceptos, “tributo e impuesto”, eran algo físico. Los dos segundos: “respeto y honra” son cualidades morales, que se deben brindar a quienes lo merecen, ya sean personas mayores o dignatarios. Por eso la consigna sigue vigente: se debe orar y actuar hasta tener buenos gobernantes.