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Abraham es presentado como “heredero del mundo” y esto también es por la fe. Adán había fracasado y con él su descendencia. Pero ahora, Abraham es nombrado “padre de una descendencia espiritual”, es decir, de todos los que tienen fe. Esto es un nuevo orden de cosas. Gálatas 3:15-29 arroja luz a este pasaje, aquí Pablo afirma que la Ley promulgada 430 años después del pacto descrito en Génesis 15 no podía anular los términos del contrato garantizado por Dios. La Ley tiene sus funciones desde luego, pero no está en la línea de la promesa y del pacto que Dios hizo con el patriarca; pacto otorgado por la gracia de Dios y recibido por la fe de Abraham. La fe es el fundamento de la bendición de Dios. Abraham fue un hombre bendecido, pero llegó a ser un “heredero del mundo” sobre el principio de la FE.
La función legal, de la Ley, ampliamente tratada por Pablo en Romanos 7 y en Gálatas 3, es resumida así: “ Pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión”. La ley obra ira y convierte el pecado en transgresión. La ley hace visible las demandas de la justicia de Dios sobre el hecho real del pecado y lo convierte en transgresión trayendo la ira de Dios. Pero ¿qué es transgresión? La palabra transgresión viene del griego: “parábasis” que significa: pecado rebelde. Este consiste en sobrepasar los límites establecidos por Dios, incurriendo el delincuente en la infracción de la ley y en el castigo correspondiente.