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Este versículo nos da la garantía de una victoria constante contra las fuerzas del enemigo debido a que Cristo ya ganó la guerra por nosotros; por eso prometió a sus seguidores “confiad, yo he venido al mundo” (Jn 16:33). No que estaríamos sin luchas, sino que en nuestras luchas nuestra fe siempre habrá de triunfar si nos mantenemos en el Señor (Jn 15:4), el gran Vencedor. La expresión “más que vencedor” (gr. hypernikaōs) se refiere a aquel que obtiene más que una simple victoria. Es decir, quien obtiene una victoria aquí obtiene gloria y un botín cuya trascendencia es temporal, la gloria es efímera y el botín temporal (1 P 1:24); sin embargo, nuestras victorias en Cristo tienen trascendencia eterna, y cada vez que vencemos cosechamos un cada vez más excelente y eterno peso de gloria (2 Cor 4:17). Ciertamente hemos de luchar, pero confiad, –dice Cristo–, porque tenemos ya la victoria garantizada sobre todas nuestras aflicciones y luchas en este mundo por medio de la fe en Él.