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¡Cuán difícil es llevar a la practica esta exhortación bendecid a los que os persiguen! Como hacer eso cuando el instinto es defenderse para salvar la vida. Un ejemplo hermoso se encuentra en la Biblia, David jamás pensó mal contra el rey Saúl, sin embargo, el cántico de las mujeres, un tanto provocador. …”Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles” (1 Samuel 18:7) causó enojo en el rey e inicio una gran persecución contra David. Tuvo oportunidades David de quitarle la vida al rey, sin embargo, dentro de él estaba la unción del Espíritu Santo y el discernimiento, que le hizo no hacer daño al ungido de Jehová.
En el creyente mora el Espíritu Santo que otorga paciencia, bondad y templanza, para poder bendecir a los que quieren causar daño. Fácilmente pudiera salir una maldición en lugar de una bendición, en ocasiones la bendición suena como sarcástica. El ego del ser humano es algo difícil de doblegar, pero con la ayuda del Espíritu Santo, se puede tener humildad y mansedumbre para lograrlo.
“Unánimes entre vosotros no altivos”. De una forma explicita el apóstol Pablo retoma la idea que mencionó en el versículo 3 “nadie tenga más alto concepto de sí, que el que debe tener”. Así como el cuerpo humano necesita de todos los órganos que posee, y cada uno realiza las funciones que le corresponde hacer, así en la iglesia cada creyente debe desarrollar los dones que posee. Sin embargo insta a unirse a otros creyentes para servir a la iglesia, cuando se refiere a la humildad, no está pensando en gente pobre, sino en gente con disposición de servir, en personas dispuestas a colaborar en los trabajos que ayuden a los creyentes y que sean necesarios dentro del templo y que también impacten a la sociedad (Hebreos 13:3), aquí no caben los que crean que solo sus ideas o proyectos son brillantes.
En la frase anterior el apóstol decía bendecid a los que os maldicen y para reafirmar que en donde mora el amor divino no puede haber venganza, afirma: No paguéis mal por mal. La ley del talión decía ojo por ojo y diente por diente y los frutos de la carne expresan algo similar. Sin embargo, el gran mandamiento dice “Y amarás al Señor tu Dios…. y a tu prójimo como a ti mismo…” (Mt 12:30,31) eso incluye a los hermanos en la fe y a los que no conocen a Dios y esto se hace naturalmente por obediencia, por testimonio y porque Dios ha puesto en cada uno de sus hijos poder y dominio propio. El proverbista da un excelente consejo: “No digas: yo me vengaré; espera a Jehová, y él te salvará”. Proverbios 20:22
El Señor Jesús en Mateo 5:39 (Ver comentario Mt 5:38-42) presenta un desafío para la nueva criatura sobre cómo dar bien por mal, si te hieren en una mejilla poner la otra; si te quieren hacer pleito para quitarte la túnica, dar también la capa; si te obligan a cargar una milla, ir dos; y al que quiera prestado no se lo niegues.
Seguid lo bueno unos con otros, y para con todos (1 Ts 5:15; 1 Pe 3:9), sabiendo que el creyente ha sido llamado para bendición.
Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. La clave para lograrlo, está en la frase: “en cuanto dependa de vosotros”, es decir el creyente debe dar el primer paso. Esto se aplica en el seno de la familia, en el trabajo, dentro de la iglesia, los sitios donde la persona se mueve todos los días y que pueden ser focos de conflictos. Los demás sitios no dependen de nosotros. (Mr 9:50; 2 Co 13:11; 1 Ts 5:13)