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Explica Pablo el carácter dual de los israelitas: enemigos y amados. Cierto es que se volvieron enemigos de los cristianos y de Cristo, pero Dios les sigue amando. En Isaías 43:4 Dios dice: “Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida”. El Señor sigue anhelando la restauración de Israel y la salvación de todo israelita. El pasaje dice que son irrevocables los dones y el llamamiento de Dios, por lo que también, cuando el Señor da alguno de sus dones a los creyentes, seguirán teniéndolo toda su vida. Pero un don puede estar apagado (2 Ti 1:6) y el que alguien tenga uno o varios dones no le hace acepto al Señor, sino hace su voluntad (Mt 7:21). Es igual con el llamamiento del Señor, cuando Dios llama jamás retirará su llamamiento, sin embargo, no todos obedecen a ese llamado (Núm 3:4: 1 R 11:1-10; 2 Ti 4:10; 1 Ti 1:18-20).
Por tanto, aunque el Señor no ha retirado su amor, sus dones y llamamiento de Israel, únicamente aceptará a quienes de ellos caminen en obediencia, tal y como sucede con todos los demás hijos de Dios.