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Las ramas del buen olivo (Israel) fueron desgajadas por no permanecer en santidad, por claudicar en la fe (He 3:19). Así, la razón de que el olivo silvestre (la iglesia gentil) fuera injertado es que el olivo original fue desgajado. Sin embargo, así como el olivo original fue desgajado por su incredulidad, porque no permaneció en Cristo (Jn 15:5-6), así también la iglesia sino se mantiene en fe sufrirá las mismas consecuencias. El pasaje dice que la razón de la falta de fe es:
1.- La soberbia. Como está escrito: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; más el justo por su fe vivirá” (Habacuc 2:4). Se señala entonces el orgullo como la raíz de la incredulidad, pues cuando una persona cree ser autosuficiente deja de creer y depender de Dios.
2.- La falta de temor a Dios. La otra causa de incredulidad es la carencia de suficiente temor a Dios, pues cuando una persona realmente teme a Dios le obedece. Y no es que su obediencia tenga su origen en el temor per sé, sino que ella está consciente de su dependencia de Dios constantemente, y que tan sólo puede permanecer en santidad si se mantiene unido a Cristo, como dice 1 Corintios 10:12: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. Este es el mismo sentido de las palabras del apóstol Pedro al decir: “conducíos con temor todo el tiempo de vuestra peregrinación” (1 P 1:17).
También Pablo refiere en este pasaje que Israel (la raíz) es quien sustenta a la iglesia gentil (las ramas de olivo silvestre), porque la raíz es Israel en Cristo, de cuya plenitud tomamos todos (Jn 1:15). Por lo tanto, no es el papel de los gentiles juzgar ni condenar a Israel, sino más bien, procurar su paz y amarla (Sal 122:6), pues Dios dice que Él ama a Israel con amor eterno (Jeremías 31:1-3) por causa de los padres (Ro 11:28).