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He aquí la conclusión del pensamiento paulino en esta primera parte de este capítulo. Dios mismo se encargará de retribuir, de recompensar a cada persona acorde a su proceder en su vida terrenal. La primera opción de Dios siempre es y será de bendición, por eso dice: “vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,” esta vida eterna, es la vida zoé, la cual es la única vida que no es terrenal, es celestial y solo Dios la produce en los cielos. Los otros dos tipos de vida: la vida psiquis y la vida bios, son humanas y se refieren a la vida mental y física, respectivamente.
Perseverar en bien hacer, habla de una resistencia o aguante alegre y con esperanza para buscar como un estilo de vida la doxa de Dios, la gloria y la honra de aquel que solo quiere lo bueno para la raza humana. La palabra inmortalidad tiene el sentido de incorruptibilidad o sea una existencia interminable. Estas son las promesas de Dios para todo aquel que insista y persista en una vida de consagración. Que persevere en bien hacer.
Por el contrario, la retribución a los que contienden - a los que están fuera de lugar- y a los que obedecen a la injusticia – moralmente, maldad- es la ira (ὀργή,orge) y el enojo de parte de Dios. En este sentido, el original usa palabras muy fuertes; la ira tiene la connotación de una excitación de la mente y por consecuencia, pasión violenta, ira o aborrecimiento y por implicación castigo. Así pues, el enojo (θυμός dsumós) se interpreta como pasión, respirando fuerte, furor y ardor, lo cual da la idea de la respuesta de Dios a las acciones del hombre que trasgrede su mandato. En este sentido, es bueno recordar que cada palabra escrita del Nuevo Testamento fue escogida por los autores bajo la inspiración del Espíritu Santo, de tal forma que no quedara duda de la intención del Dios para dar una instrucción o enseñanza.
Asimismo, la tribulación y angustia prometida en el versículo nueve, es aquella que comprende una estrechez y una aflicción, así como una calamidad destinada tanto a judíos como a griegos; éstos últimos no incluye solo a los helenos, sino a cualquier persona que no es de nacionalidad judía. En concordancia, es justo reconocer que, tanto a las personas que practican la maldad como a los que están dedicados a trabajar por el bien, reciben su justa retribución. La razón para lo anterior es sencilla, para Dios no hay prosopolepsía (προσωποληψία) o sea favoritismo o parcialidad. Para Él, la decisión que toma es universal y equitativa, sin importar cuál sea el resultado de la conducta humana. ¿El humano practica la maldad? : Habrá consecuencias o ¿trabaja por el bien?: También tendrá su recompensa.