LBC Menú
Capítulos:
La pregunta que responde este pasaje es: ¿Quién es el verdadero judío? En el contexto del cristianismo: ¿quién es un cristiano de verdad? Es un tema que constantemente está tratando el Antiguo Testamento y del cual estaba profetizado desde tiempos antiguos: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26). El cristiano, más que nadie debe mostrar ese “corazón nuevo, ese espíritu nuevo”
En este contexto, la idea que da la palabra “exteriormente” (φανερός fanerós) es de un ser neutro, de apariencia, que brilla exteriormente, pero carece de sustancia. El Señor Jesucristo lo expresó de otra manera: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que, por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad” (Mateo 23:27-28).
Es entendible pues, que Pablo continúa enfatizando la gran responsabilidad que tenía el pueblo judío por haber sido los primeros en la revelación de Dios. Alguien comentó que “a mayor revelación, mayor responsabilidad”. El hecho de que Pablo hace referencia a la circuncisión comprueba la tesis anterior. La autoconfianza en muchas ocasiones lleva a la soberbia, los líderes judíos creían que su religión era la única manera correcta de acercarse a Dios.
Pero no se trata solo de formas, sino de mostrar al único camino hacia el cielo. Jesucristo lo enfatizó de la siguiente manera: “ Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Por eso Pablo habla de que, “no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu…”. Aunque el judío se consideraba “guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, instructor de los indoctos, maestro de niños (ignorantes), teniendo en la ley la forma de la ciencia y de la verdad”, Por eso Pablo, una vez más, concluye que, “la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”.