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Este capítulo es la introducción al libro enlazando los últimos acontecimientos de nuestro Señor Jesucristo en la tierra, narrados en el histórico evangelio de Lucas, con los acontecimientos realizados por el Espíritu Santo, honrando a Jesús en la iglesia naciente. El libro de los Hechos de los apóstoles fue escrito geográfica y cronológicamente ya que los primeros 7 capítulos se desarrollan en Jerusalén; del capítulo 8:1 al 9:31 en Judea y Samaria y del 9:32 al 28:31, lugares que comienzan a cumplir la orden de ir “hasta lo último de la tierra”.
Aunque el libro no registra el nombre del autor se deduce que lo escribió el médico e historiador Lucas, como una continuidad del primer tratado que había enviado a un personaje importante llamado Teófilo, (Ver comentario de Lucas 1). Los primeros versículos narran la historia de Jesús, sobre lo que hizo y enseñó hasta su ascenso, y de allí se describe la historia de los apóstoles y la vigorosa iglesia que iba surgiendo. En fechas posteriores se encuentran pasajes con verbos conjugados en la primera persona del plural, lo cual indica que el escritor estuvo presente en esos momentos (Hch 16:10-17; 21:17,18; 27:1-7; 28:1-16). Lucas escribió este libro cuando los cristianos ya eran perseguidos, así que contó su historia de manera que todos vieran que los magistrados romanos se habían portado bien con los cristianos, y que los cristianos no eran malas personas, mucho menos que quisieran derrocar al imperio romano. William Barclay menciona que posiblemente fue el documento que se preparó para la defensa de Pablo ante el emperador romano.
Un objetivo de Lucas era mostrar que el evangelio de Jesús era para toda la gente, cuestión que a los judíos les costaba entender, pues ellos sabían que eran el pueblo escogido de Dios. Corroborando esto, Lucas cita a Felipe predicándole a los samaritanos, Pedro predicándole a Cornelio, los cristianos compartiendo las verdades salvadoras por donde iban, y a Pablo en sus viajes llevando el evangelio a todo lugar.
Pruebas indubitables se refiere a pruebas palpables no presentadas por testigos, sino directamente al Cristo resucitado mostrando las heridas en sus manos, su costado y sus pies. Jesús fue visto, sentido y tocado; comiendo con sus discípulos, anduvo con ellos.
Cuarenta días Lucas es el único que da esta afirmación, y al parecer para los cristianos de esa época el dato no era tan relevante, los autores cristianos lo empiezan a mencionar hasta el siglo IV. El cuarenta, coincide con el diluvio (Gn 7:12) Moisés en el Monte Sinaí (Ex 24:18; 34:28; Dt 9:9) los espías recorriendo la tierra (Nm 13:25); los días en que Goliat vino mañana y tarde a insultar a Israel (1 S 17:16) y las tentaciones de Jesús (Mt 4:2; Mr 1:13; Lc 4:2).
Hablándoles acerca del reino de Dios. ¡Cuántas narraciones hermosas les actualizó!, ¡Cuántas verdades les recalcó! en esos 40 días. Esta es una expresión que poco se menciona, pero encierra grandes enseñanzas. Entre otras:
1.-El reino de Dios (o de los cielos) es el poder divino en acción. Es el gobierno espiritual en los corazones. (Jn 14:23)
2.-El reino de Dios, es un reino espiritual. No es una teocracia político-religiosa; no es una dominio social o político sobre los reinos de este mundo (Jn 18:36); no es la redención, mediante acciones violentas. (Mt 26:52).
3.-El mundo seguiría siendo enemigo de Dios y de su pueblo (Jn 15:19).
4.-El gobierno de Dios se establecerá, mediante la fuerza y el juicio directos de Él, al final de esta época (Ap 19:11-21).
5.-Aseguró a los suyos que les respaldaría con poder para hacer milagros y sanar a los enfermos (Mt 4:23;9:35; Hch 4:30;8:7)
6.-Que el evangelio que predicaran iba a convencer de pecado, de justicia y de juicio (Mt 11:15; Jn 16:8-11).
7.-Que los que fueran salvos, también iban a ser santos (Jn 3:3;17:17;Hch 2:38-40).
8.-Que iban a recibir poder, cuando viniera el Espíritu Santo sobre ellos, para testificar de Cristo (Hch 1:8;2:4)
“Que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen” que tenían que permanecer en Jerusalén, hasta que recibieran la promesa del Espíritu Santo, el cual no llegaría a ellos por su actividad o esfuerzo, sino por la voluntad de Dios; sólo tenían que esperar y confiar hasta la llegada de ese poder, profetizado por Joel 2:28 y pedido por Jesús al Padre (Jn 14:16; Lc 11:13). ¿Cuál sería la señal que el bautismo del Espíritu Santo había llegado? De pronto fluyeron los diversos lenguajes en que empezaron a alabar y glorificar a Dios, junto con el indudable revestimiento de poder y valor para dirigirse a miles de personas, contando la maravillosa historia de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. … “Pedro, poniéndose en pie con los once” (2:14)
Existen doctrinas erróneas como la de los gnósticos que afirman que en este tiempo Jesús reveló información secreta a su grupo. Lo cual es falso, Jesús durante estos cuarenta días reafirmó su mensaje del reino de los cielos, como se dijo antes, y el gran mandamiento de esperar en Jerusalén la llenura del Espíritu Santo para salir a evangelizar el mundo. .
la promesa del Padre de: “seréis bautizados con el Espíritu Santo” la ignoran muchos grupos evangélicos, al afirmar que cuando se recibe la salvación, se recibe al Espíritu Santo y que no es necesario esperar un bautismo con el Santo Espíritu, como lo afirmamos los creyentes pentecostales. Sin embargo, las Sagradas Escrituras muestran tanto en el libro de los Hechos, como en la Epístolas, que existen variadas experiencias sobre esa secuencia, lo que da fuerza a la doctrina incluida, en nuestra Declaración de Fe. Como una permanente confirmación, el Espíritu Santo sigue bautizando con la señal inicial de hablar en otras lenguas a los creyentes, ya sea que sean bautizados en agua o no, en un momento posterior a la salvación. (México en el bienio 2016-2018, ha experimentado un avivamiento nacional con la llenura de miles de creyentes. Y contando). . .