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La conclusión de Gamaliel, era un refrán de los fariseos. Si bien es cierto que la obra de Dios no puede ser destruida, también existen doctrinas falsas que han permanecido a través de las edades pero que en los últimos días serán enjuiciadas y exterminadas prevaleciendo únicamente el reino de Dios. Con este proceder neutral se mostraba verdadera sabiduría, pues además la intención de Gamaliel era mantener al concilio unido evitando que se dividieran y por consecuencia tuvieran problemas con el gobierno romano. Desde luego que fue un aliado inesperado para los discípulos.
Para dictaminar la pena de muerte a los apóstoles como deseaba la facción saducea, era necesario el apoyo de los miembros fariseos, quienes se opusieron debido a la popularidad que habían logrado entre la gente. De imponerles esta pena hubieran provocado un gran tumulto que quizás originaría una nueva rebelión. El castigo impuesto fue probablemente 39 azotes (2 Corintios 11:24) por la desobediencia al mandato previo del sanedrín, después de azotarlos (gr. “deirantes”, desollar, azotar, golpear) les intimaron una vez más, a que dejasen de proclamar el evangelio.
Gamaliel presentó un sabio consejo de cómo reaccionar ante ciertos movimientos religiosos. A menos que estos signifiquen un obvio peligro doctrinal o práctico, es mas sabio ser tolerante que represivo. En ocasiones el tiempo indicará si se trata de obra humana o si Dios trata de enseñarnos algo.