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El paso de Jesús por ese lugar seguía dando frutos para el Reino de Dios, ellos estaban atentos a la proclama del evangelio, predicado no solo con palabras, sino con poder de Dios, ya que estaba acompañada de milagros y prodigios, con el propósito de que las personas volteen su vista hacia aquel que produce el milagro. En el nombre de Jesús, eran sanados los enfermos, caminaban los paralíticos y cojos, y los demonios huían. Cosas que el Señor mismo prometió en Marcos 16:17, a quienes creyeran y con valentía predicaran su evangelio. Jesucristo nunca dejaría a sus siervos en desventaja, por ello cuando Felipe predicaba la gente estaba atenta, porque el Señor preparaba los corazones.
Esto es continuación de aquel encuentro de Jesús con la mujer samaritana que le da de beber, ese encuentro donde ella decide darle un cambio de rumbo a su vida y como consecuencia, muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron por la palabra de ella. El plan de Dios para esa región siguió adelante, por la predicación de Felipe muchos samaritanos creyeron en Jesucristo y la ciudad donde estaba se llenó de gran gozo. Los samaritanos comprobaron que no era necesario volverse al judaísmo para ser cristianos.