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Pedro empieza hablando de Jesús Nazareno para que sus oyentes supieran quien fue la persona que lo había enviado, una persona cercana a ellos, muy conocida. El primer punto: El ministerio de Jesús descrito en tres obras sobrenaturales a) maravillas, b) prodigios y c) señales.
En el segundo punto: Pedro les explica que la crucifixión de Jesús de Nazaret fue parte del plan perfecto de Dios, no una salida emergente. Que al venir a la tierra realizó sanidades, milagros y señales, según el Padre le daba que hiciese. Las mismas personas que estaban tratando de desacreditar a los apóstoles, eran las mismas que días atrás habían dado muerte a Jesús. Era verdad que los romanos lo habían crucificado, pero quienes habían orquestado todo eran los judíos, aunque esto sucedió para que Él pudiera pagar el precio de los pecados humanos. Los judíos consideraban “malditos” a los que morían en una cruz, (Dt 21:23).
El tercer punto: Su resurrección. Lo glorioso es que Dios le levantó de los muertos pues su cuerpo no vio corrupción, Jesús venció a la muerte, a la muerte le dolió no poder retener a Jesús, “ligaduras del seol me rodearon, me tendieron lazos de muerte” Salmo 18:5, Dios mostró que verdaderamente Jesús era su ungido el Mesías, el único que había vencido a la muerte. La muerte no pudo contenerlo, aunque eso era lo que quería satanás, dejarlo en la tumba y que pronto lo olvidaran. El asombro llegó cuando el resucitó de los muertos volvió a la vida para no morir jamás. El mundo terrenal pensó destruirlo, pero el plan de Dios era otro, ya había un lugar preparado en el cielo para Él y todo aquel que en el crea.