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Pablo pronuncia una declaración enfática y determinante ¡Sabed, pues! que ahora se abría totalmente la puerta para proclamar el evangelio a todos los gentiles, ante el rechazo continuo de los judíos: “los gentiles si oirán”.
los comentaristas manejan dos teorías principales sobre los encarcelamientos de Pablo en Roma. La primera que estuvo preso dos años y de allí, a su muerte. La segunda que estuvo preso, que fue dejado en libertad y luego encarcelado nuevamente, para terminar siendo ejecutado. Los defensores de esta postura expresan que en su primer encarcelamiento, entre los años 61 al 63, escribió las epístolas a los Efesios, a los Colosenses, Filemón y Filipenses (las llamadas epístolas de la prisión). Del 63 al 65 fue libertado y en ese tiempo escribió 1ª de Timoteo y Tito. Al ser encarcelado nuevamente en el año 66, escribió 2ª Timoteo , para luego ser martirizado en el año 67.
Probablemente el encarcelamiento de Pablo por dos años fue debido a la larga fila de casos legales que el imperio romano tenía que resolver. Finalmente, Pablo fue liberado tras dos años de espera, al término visitó a las iglesias de las provincias de Macedonia, Acaya y Asia y, con toda probabilidad, viajó al occidente de España; luego evangelizó en la región Egea, para nuevamente ser apresado y devuelto a Roma en donde fue ejecutado.
Durante su encarcelamiento en Roma no hubo ningún obstáculo para el avance del evangelio, de esta manera el mensaje pasó de los judíos a los gentiles. El mandato de proclamación del evangelio llegó al punto más alto en ese momento (Hch. 1:8) primero en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra que en ese tiempo lo significaba la extensión del imperio romano.
En la Epístola a los Hebreos, no se encuentra el nombre de este gigante de la fe, sin embargo, su vida y sus hechos, no desmerecerían en nada la honrosa posibilidad de haber sido citado allí. (He 11:1;34,36).