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En el capítulo anterior, el veinticinco, se narra de la visita que el Rey Agripa acompañado de su esposa Berenice, le hiciera al nuevo gobernador, Festo.
En la estadía de varios días, Festo aprovechó para pedir a Agripa su opinión de qué cargos hacerle a un preso que había apelado a César y que a su juicio no tenía mayores culpas, salvo aquellas de las que los extremistas judíos lo acusaban, sobre asuntos de su religión.
Así es que, al día siguiente trajeron a Pablo a una audiencia frente a tribunos y principales hombres de la ciudad (25:23) y después de la pertinente introducción dejaron a Pablo frente Agripa, quien queriendo escuchar su testimonio, le dijo: Se te permite hablar por ti mismo. Pablo entonces, extendiendo la mano, comenzó así su defensa:
Al empezar Pablo, su argumentación, se cumplieron las palabras dichas por el Señor Jesucristo “cuando os trajeren ….ante los magistrados y autoridades no os preocupéis de cómo o que habéis de responder, porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora, lo que habéis de decir”.(Lucas 12:11,12)
Este fue el tercer discurso de Pablo sobre su conversión (22:1-21; 24:11-21; 26: 1-23), que Lucas narra en el libro de Hechos, escrito con un lenguaje fino, especial para dirigirse a los reyes y magistrados, un kerigma completo. Aquí Pablo demuestra que era un gran maestro en la oratoria, que dominaba a la perfección el tema que iba a desarrollar. Y además no lo hacía como argumento de su defensa, sino para presentar el evangelio de Cristo a estos pobres pecadores. Lo presenta en una forma muy personal, dirigiéndose al rey con gracia y respeto, llamándole por su título, nombre y el pronombre tú.
Pablo quería encontrar en los magistrados alguna persona que pudiera comprender lo que él estaba viviendo. En ocasiones así le sucede al cristiano, es tildado de loco, de anticuado, de ignorante. Sin embargo, la palabra de Dios insta a no preocuparse, sino a escuchar directamente del Espíritu Santo las palabras que desea se expresen, y a exaltar el nombre de en la presentación. Por lo tanto, cuando los creyentes saben de algún siervo que va a ir a testificar a las autoridades del amor de Dios, deben orar para que el Señor se glorifique a través de ese valiente.
A diferencia de Tértulo, el abogado que los judíos habían llevado para acusar a Pablo ante Felix, (24:1-4) que quiso hablar brevemente; Pablo le pide a Agripa II que le escuche con paciencia y atención.
Le informa Pablo al rey Agripa que le va a presentar argumentos verdaderos que el podría entender muy bien y comprender las bases del evangelio de Cristo. Con el rey Agripa podía establecer el contacto que necesitaba, pues era judío y entendía bien el judaísmo y conocía la Ley y a los profetas. Era la persona indicada para dar un informe claro y real a Festo.