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Al llamar a los ancianos de Éfeso, Pablo muestra su corazón por la iglesia de esa ciudad y también deja una lección sobre la importancia de la capacitación y la delegación en el liderazgo espiritual. Reúne a los ancianos y les da su última capacitación de liderazgo, así mismo les delega la responsabilidad de los rebaños a los que representaban.
Inicia su última reflexión recalcando la importancia del carácter del líder y la trascendencia de la congruencia entre lo que predicaban y lo que hacían. Puso su vida como ejemplo de humildad, esfuerzo y perseverancia en medio del sufrimiento. No sólo les mostró con el ejemplo que era posible, sino que era necesario como parte de su llamado al liderazgo (1 Cor 4:16; 11:1).
Les recordó sobre su transparencia y sinceridad en el servicio al Señor puesto que ello también era una enseñanza de fe valiosa a todos los creyentes. También los animó a aprovechar todas las oportunidades para predicar el evangelio y enseñar a los creyentes, aun cuando los temas sean complicados o difíciles de asimilar.
surge un método que le funcionó a Pablo y que ha dado prueba de funcionar en el tiempo presente: “anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas”. El sistema de “células” o reuniones de hogar, bien organizado, siguiendo modelos que han funcionado en nuestra cultura, puede significar un despegue en el crecimiento anhelado.
Por todo el libro de los Hechos se menciona el tema central de la predicación paulina, que debe repetirse en todos los púlpitos semana a semana, sin fluctuar, ni languidecer: “testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.
