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El cuarto punto: su exaltación. El lugar de honor de supremo poder que Dios le dio al hacerlo sentar a la diestra de él. En una nube ascendió al cielo y está a la diestra del Padre intercediendo por cada uno de los que a Él claman (Rom 8:34)
Les hizo reflexionar sobre David como antepasado del Mesías y cita una frase ya repetida en otras partes del Nuevo Testamento el Salmo 110:1 (Ver Mr 12:35-37). Para que, con la escritura se dieran cuenta que la escritura se había cumplido en Jesús y que resucitado, estaba a la diestra del padre. Y no solo eso, sino que ya había enviado al consolador prometido.
David cuando escribió estas palabras no hablaba de Él sino, por el Espíritu Santo, del Mesías resucitado, que se sentaría a la diestra de su Padre celestial. Momento sublime, sin duda, cuando en el cielo el Padre y el Espíritu Santo recibieron al hijo victorioso, que venció a la muerte y pagó el precio de los pecados de la humanidad.