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Esta era la verdad que necesitaba escuchar el gobernador, es decir, lo que Pablo estaba haciendo, cuando y con quienes. ¡Oh sorpresa! había venido de lejos a hacer limosnas y a presentar ofrendas. Las limosnas debieron haber sido parte de las ofrendas que mandaban los hermanos de Asia para los pobres que habitaban en Jerusalén (Ro 15:26) y a presentar una ofrenda en compañía de los cuatro hombres que estaban haciendo sus votos.
Unos judíos de Asia de los que no se habla más, lo hallaron purificado en el templo y añade no con multitud, ni con alboroto. Porque efectivamente los apóstoles le habían pedido que, para mostrarles a los hermanos de Jerusalén que Pablo seguía la ley, pagara los votos de cuatro hombres que en esa fecha iban a presentarlos y también el se uniera en los votos, a lo que Pablo accedió de buena fe aun sabiendo que la santidad se encuentra en Jesús, en guardar su ley y consagrar su vida a él.
Pablo insistió que realmente los judíos de Asia que lo habían acusado en el templo, eran los indicados para ratificar su acusación y mostrar con pruebas si tenían algo en contra de él. Podría haber sido la oportunidad de mostrarlos como incitadores y mentirosos, pero el refrenó su lengua. Sin embargo ellos no eran los que lo acusaban, sino el concilio del sanedrín y las personas que habían venido hasta Cesarea a acusarlo. Ellos pueden decir si encontraron falta alguna en su persona cuando compareció ante el concilio.
Pablo sabía que decir en voz alta acerca de su creencia de la resurrección de los muertos era una ofensa a los saduceos y por eso era juzgado, esto no era una falta política, ni de sublevación ante Roma, sino era una cuestión de religión, pero no era grave como profanar el templo. Lo justo era que lo dejaran en libertad inmediatamente. Pues era cuestión de creencia. Sin embargo sus acusadores no se iban a delatar ante el gobernador, el cual se daría cuenta que entre ellos habían divisiones y que eran ellos, los que habían formado el tumulto cuando estaban enjuiciando a Pablo.
el famoso predicador inglés Charles Spurgeon mencionaba que en sus días se escuchaban infinidad de sermones en las iglesias, se hablaba de diversos temas, pero muy poco, casi nada sobre la resurrección de Jesús y la consecuente resurrección de los muertos. Hoy debemos recordar que el tema era la base de todos los mensajes de los apóstoles, siempre hablaban de estos gloriosos momentos. Cuando escogieron al sustituto de Judas el requisito era que fuera testigo de la resurrección de Jesús (Hech 1:22). La resurrección de Jesucristo y la resurrección de los justos es una doctrina principal en la que creemos y que en todos los púlpitos se debe hablar, hasta que Cristo venga.