LBC Menú
Capítulos:
En su introducción, Pablo recalcó que él no era diferente a ellos en cuanto a su formación religiosa y su devoción a Dios. Deseaba que ellos se identificaran con él y ofreció una breve biografía sobre su origen y educación. Pablo era un judío nacido en Tarso, ciudad de Cilicia, en el Asia Menor (hoy Turquía), una región bajo el dominio romano, en donde habitaban muchos judíos en los diversos pueblos, (prueba de ello, son las sinagogas a donde Pablo y Bernabé llegaron en su primer viaje). Algunos historiadores opinan que aquellos judíos habían emigrado voluntariamente por ser comerciantes o bien habían sido transportados en algún exilio por los reyes de Siria. Pablo pertenecía a la tribu de Benjamín (Fil 3:5), circuncidado al octavo día, por lo que no había duda de su origen judío.
El apóstol sólo ofreció una breve explicación de su nacionalidad, y no hablo concerniente a sus padres. Por otra parte, Pablo puntualizó de manera clara sobre su educación, pues había nacido en una ciudad cuya característica principal era el intelectualismo griego, con énfasis en la corriente llamada estoicismo. Algunos comentaristas opinan que Pablo fue enviado a Jerusalén desde muy joven, donde regularmente aprendían una profesión o carrera técnica, junto a su formación teológica. Pablo aprendió a confeccionar tiendas, lo cual era un negocio lucrativo. (Hch 18:1-3)
Su instrucción fue basada en el conocimiento de la ley de sus padres. Pablo estudió bajo la instrucción de Gamaliel, quien fuera el mejor maestro de su época y quien además había pertenecido al sanedrín. El usó esta referencia como credencial, para establecer un puente de comunicación confiable con su estricta audiencia, pues los presentes reconocían y respetaban el prestigio de Gamaliel.
Pablo les compartió que era “Celoso de Dios” desde su juventud, pues había aprendido la Torá y la escritura del Antiguo Testamento. Cuidó y aplicó estrictamente la ley aventajando a otros (Gál 1:14). Cuando surgió el cristianismo, además de perseguir a los creyentes en Jerusalén, pidió cartas para ir a Damasco, donde gozaba de la simpatía de los gobernantes y arrestar a los judíos cristianos que se encontraban en aquellos territorios. Ese fue el celo de Pablo por la ley de Dios (Fil 3:6). Creía que volviendo a los judíos a la tradición de ellos, cumplía con la voluntad de Dios. También cuidaba celosamente del templo y sus tradiciones de la misma forma que había aprendido de sus padres.
Movido por su celo, Pablo había comenzado una fuerte persecución en contra de los primeros cristianos, quienes eran golpeados y encarcelados de manera injusta.
Durante el período de Pompeyo (67 a. C.) Tarso se hizo capital de la provincia romana de Cilicia, y los judíos empezaron a recibir ciudadanía romana. En el año 42 a.C., Antonio, quien controlaba esas provincias, declaró su libertad. Tarso siguió gozando de estos privilegios en el gobierno de Augusto.
Tarso era una ciudad muy importante, contaba con buenas escuelas que rivalizaban con las escuelas de Atenas y Alejandría. Se encontraba a 19 Km del mar Mediterráneo en la llamada Asia Menor, actualmente Turquía.