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Safira recibió el mismo castigo impuesto a Ananías, expiró en ese instante. La complicidad en la falta, también es pecado. Tuvo la oportunidad de decir la verdad, pero al igual que en su esposo, Satanás invadió su corazón de forma que germinase la codicia que en él residía. Su muerte fue un juicio divino pero no hay indicios de que su salvación se viera afectada. Este hecho se juzgó con dureza porque la codicia y la deshonestidad destruyen la iglesia, impiden que el Espíritu Santo obre con eficacia. Por primera vez se usa el término iglesia (gr. ekklesia, asamblea convocada), en este contexto se refiere a la iglesia de Jerusalén pero con el avance del evangelio y el nacimiento de nuevas comunidades (iglesias) el término es aplicable al pueblo de Dios en general; sobre todos los que oyeron estas cosas todos los que tuvieron conocimiento de lo sucedido a Ananías y Safira, entendieron que seguir a Jesús implicaba caminar con rectitud. Estos eventos tuvieron una influencia purificadora en la congregación.
Desde la perspectiva divina la tentación es una prueba positiva, una medición de fe; cuando proviene de Satanás, es una incitación al mal; cuando surge del ser humano es un terrible pecado. “tentar a Dios” (Ex. 17:2; Dt 6:16), es decir probar hasta dónde se puede abusar de su bondad, es un espantoso pecado” (Everett F. Harrison, Comentario Bíblico Moody, El Paso, Texas, Casa Bautista de Publicaciones, 1971. pág.198). .
Toda mentira es pecaminosa, pero tratar de engañar a Dios y a su iglesia en cuanto a nuestra comunión con Él, destruye nuestro testimonio.