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El monte del Olivar o de los Olivos, un lugar especial, donde se originó la entrada triunfal, donde les impartió las enseñanzas sobre el fin, donde Jesús fue aprendido y ahora donde le vieron ascender en una nube. Se situaba a unos 1000 metros de Jerusalén; por lo que en un sábado/shabat podían viajar entre los dos lugares sin trasgredir las prohibiciones de la Ley, que hablaba de no transitar más de esa distancia en el día de reposo semanal. (un día de camino, era una distancia de 900 metros o un poco más de media milla).
La ascensión del Señor fue un milagro sublime que vino a unirlos en una sola visión, en un mismo sentir y en una misma fe. Que les hizo ir juntos a un lugar bien conocido para ellos. Se acepta regularmente que fue el mismo lugar donde Jesús celebró la última pascua e instituyó la Santa Cena, es decir la casa de la mamá de Juan Marcos. En este sitio no vivían, sólo se reunían para la oración los once apóstoles, los hermanos de Jesús quienes creyeron en el probablemente después de su resurrección, María la madre de Jesús, otras mujeres (quizá las esposas de los apóstoles y las mujeres mencionadas en los evangelios) y también los setenta, para perseverar en la oración y ruego.
La oración ocupó un lugar significativo en la vida de los primeros cristianos, Lucas resalta varios momentos a través de este libro donde la oración de los apóstoles y creyentes fue el canal para recibir la respuesta a las necesidades; por medio de ésta, ya sea individualmente o en grupo, obtuvieron dirección para tomar decisiones (Hch 1;24) para recibir valor (Hch 4:31), Esteban oraba mientras lo apedreaban (Hch 7:58), Pedro y Juan oraron por los samaritanos, Saulo de Tarso oró después de su conversión, Pedro oró para que resucitase Tabita, La iglesia oraba para que Pedro fuera liberado de la cárcel, Cornelio oraba para ser salvo. La oración fue parte de su vida diaria (Hch 2:46; 3:1; 6:4).
La oración era unánime, todos clamando por la llegada del Espíritu Santo, para los judíos después de 400 años sin que ningún profeta les hablara y creyendo que Dios los había dejado, había un anhelo de la presencia del Espíritu Santo, este sentir los llevó a estar en un solo espíritu clamando día tras día por ese gran momento, es verdad, a la hora de ir al templo iban y oraban, pero perseveraban en el ruego por ese poder de lo alto.
Tantos ejemplos que muestran que la oración fue el canal de comunicación con el Señor. Hoy en día los creyentes debemos orar con ese anhelo ferviente para que el Espíritu Santo siga bautizando, siga otorgando dones, levantando ministerios y dando poder y valor para predicar su palabra. .
No existe en la Biblia base alguna que sustente la ascensión de María, como lo cree la religión popular. En Hechos 1:14 es la última vez que se menciona a María, la madre de Jesús. .