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El grupo estaba dividido en apariencia, sin embargo, ninguno estaba convencido, algunos asentían a lo que se decía (epheitonto; verbo en tiempo imperfecto que denota solo el inicio del convencimiento). La otra parte del grupo expresó un total rechazo al mensaje de Pablo (episteo, ausencia de fe).
Al retirarse: “les dijo Pablo esta palabra: expresándoles el solemne testimonio final sacado de las Escrituras al cual ellos, como él, tenían acceso. Lo que el Espíritu Santo habló por medio del profeta Isaías a Israel.2 Entonces, aquí culminó la tragedia más grande de la humanidad, ¡El rechazo de la nación hebrea a la visitación de su Rey!
Es imposible empatizar totalmente con los sentimientos encontrados del venerable apóstol, que emite la más terrible confirmación ante la negativa del pueblo amado de Dios, hacia su Salvador, repitiendo la profecía de Isaías en donde se predecía la continua y obstinada negación de Israel al mensaje de salvación, por haber endurecido sus corazones, haciendo caso omiso al mensaje proclamado, y la rotunda negación al ver las señales y prodigios del Salvador (Ro. 11: 7-10).
2John F. Walvoord y Roy B. Zuck, El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 2: San Juan, Hechos, Romanos (Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C., 1996), 232–234.