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Jacobo y los ancianos tenían temor de que los cristianos de Jerusalén no aceptaran a Pablo, pues lo consideraban un apóstata de la fe. Queriendo suavizar la situación le propusieron que se purificara y pagara los gastos de cuatro hombres que iban a cumplir voto de nazareato (Nm 6:14-21), cuestión que para Pablo era un honor pagar por los hermanos pobres. Tendría que dar por cada hombre un cordero sin defecto, una cordera de un año como una ofrenda por el pecado, un carnero como ofrenda de paz, un canastillo de tortas sin levadura y hojaldres sin levadura, una ofrenda de cereales y vino, además de la rasurada de cabeza. Como buen judío no le costaba cumplir con la ley de Moisés “Me he hecho judío como a los judíos, para ganar judíos; a los que están sujetos a la ley…” 1 Co 9:20. El mayor anhelo de Pablo era la unidad tanto de judíos y gentiles en el cuerpo de Cristo.
Sin embargo, Pablo estaba muy consciente que ya no eran necesarios esos rituales, pues el sacrificio ya lo había realizado Jesús, de una vez y para siempre, como cordero perfecto que quitó para siempre el pecado.
Nota de carácter ético: Los líderes religiosos han sido llamados para mostrar el camino al cielo, es deber y responsabilidad de cada uno de ellos enseñar con temor santo la sana doctrina. De esta forma se evitarían las confusiones y doctrinas erróneas y heréticas. Un día Dios pedirá cuentas a cada uno de sus siervos y será hermoso escuchar “buen siervo y fiel, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor”.