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Encontrar discípulos judíos del Señor como Ananías el mensajero lleno del Espíritu Santo y hombres como Judas el hospedador, fuera de Palestina, antes de los grandes movimientos misioneros de la iglesia primitiva, hace reflexionar que el evangelio había llegado a muchos lugares desde la primera persecución que ocurrió unos años antes. Ananías, discípulo del Señor, recibió instrucciones precisas a través de una visión y a diferencia de Saulo, éste si conocía más íntimamente al Señor. Aunque temeroso por las acciones pasadas de Saulo, Ananías procedió a obedecer la voz de Dios. En una ligera explicación Ananías hace saber a Saulo que como complemento a la maravillosa experiencia que vivió en “el camino a Damasco”, es ahora el mismo Señor Jesucristo quien le enviaba para que con la imposición de sus manos y la oración, recobrara la vista y fuese lleno del Espíritu Santo para comenzar a cumplir la comisión asignada.
Ananías, un líder prominente y siervo ungido, visita a Saulo en casa de Judas, quien vivía por la muy conocida calle derecha (recta), la cual tenía una longitud de dos kilómetros aproximadamente. Ahí Saulo es confirmado por un humilde mensajero del Señor, en su llamado a las misiones transculturales y a su pueblo Israel. 22:14; 26:18.
Por muy avanzada que sea la preparación académica que posea el ser humano, si no reconoce y acepta a Cristo en su corazón, en vano es todo el conocimiento secular que puede haber obtenido y más si esto sirve para interponerse en los propósitos de Dios. Obsérvese como una vida transformada, tal como la de Pablo, con todas sus excepcionales características, puede rendir a los propósitos del Reino.