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Esta era la oportunidad de Pablo de presentar en su defensa las bases de su fe, llegar a hablar con gente importante acerca del evangelio, no era fácil, porque no se les hallaba en el templo, ni en las sinagogas, ni entre el pueblo, solo en ocasiones como ésta, que había que aprovechar.
Confiesa que representa fielmente al Camino, como llamaban los judíos a los que seguían a Jesús, pues no tenían un lugar fijo donde congregarse. (Ver comentario 22:4,5) agrega que este era el nuevo estilo de servir al Dios de sus padres, que seguía creyendo en la ley y los profetas, que seguía guardando los mandamientos, y apoyaba lo que se había aprobado en el concilio de Jerusalén. Es decir, no comer sacrificado a los ídolos, ni sangre, ni ahogado ni fornicación (Ver comentario 21:25). Por lo tanto al ser cristiano, Pablo no había dejado de ser judío, el seguía adorando al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, seguía cumpliendo con la ley y los profetas.
También tenía la gloriosa esperanza que albergaban todos los creyentes en Cristo, que un día resucitarían de los muertos y Dios juzgaría a justos e injustos, y que cada persona daría cuenta a su Creador de sus obras. (Lc 14:14). Ese era el principal motivo por el que Pablo procuraba tener una conciencia limpia, sin ofensa a Dios y a los hombres; es decir que procuraba no pecar en ninguna manera, continuamente buscando la gracia de Dios.
Después de explicar las razones por las que se mantenía sin mancha delante de Dios, y que esto era interno, explica lo que sucedió en el templo.