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La persona que tomaría el lugar de Judas entre los apóstoles, debería reunir dos requisitos: 1) Haber estado con ellos desde el bautismo de Juan hasta ese día, 2) Ser testigo de la resurrección de Jesús y desde luego ser llamado por el mismo Señor Jesucristo. Entre los ciento veinte estaban dos hombres que cumplían con los requisitos: José llamado Justo y Matías (regalo de Dios).
En su oración utilizan la palabra Señor, dirigiéndose a Jesús, ya que Él era el que los había escogido para el ministerio y apostolado. Existen comentaristas que mencionan que los apóstoles no debieron precipitarse a nombrar el sucesor de Judas, sino esperar que el Espíritu Santo preparara a Pablo. Sin embargo ellos nombraron al sucesor de Judas, Matías, quien sólo se menciona esta vez, pero según se cree fue parte de los setenta que el Señor mandó en una ocasión de dos en dos (Lc 10:1). Al igual que los apóstoles era judío, llamado primordialmente a predicar a los judíos y luego juzgar a las doce tribus de Israel en el tiempo final. Mientras que Pablo fue enviado a predicar a los gentiles, por ello a Pablo nunca se le contó con los doce.
En este capítulo ya no se les llama discípulos, porque ya no estaban con el maestro, se les llama apóstoles que quiere decir enviados. Y a la multitud ahora se les dice hermanos, palabra adoptada por la iglesia naciente para designar a la comunidad de creyentes. No se dice el día exacto que se hizo el nombramiento del sucesor de Judas, pero se entiende que fue durante esos diez días en que el Señor los estaba preparando para “la gran recepción” con la tercera persona de la trinidad, el Santo Espíritu, que se derramaría durante la fiesta del Pentecostés.
Para la elección de Matías se puede observar que el Espíritu Santo obró a través de tres factores: Que leyeran ávidamente las Sagradas Escrituras, que les llevó a encontrar el pasaje de los salmos (Sal 69:25 y 109:8) que usaron como base. Estar de acuerdo en los requisitos que deberían de reunir los candidatos y desde luego que el Señor les indicara el método para elegir entre los dos buenos candidatos.
Los primeros cristianos no dejaron de ser judíos al aceptar a Jesús, ellos continuaban guardando el sábado, iban a las oraciones al templo y también usaban un método acostumbrado en el Antiguo Testamento para discernir la voluntad de Dios.(Lv 16:8-10; Jos 7:14; Prov. 18:18). Consistía en poner en una vasija piedrecitas con los nombres de los elegidos, al girarlas, la piedrecita que salía primero era la del nombre del elegido. Cuando vino el Espíritu Santo para guiar a los creyentes de una personal y colectiva manera, la vieja manera de vivir, quedó atrás.