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En la dramática narración de eventos, Lucas describe el prolongado ayuno de la tripulación debido al trabajo de asegurar la embarcación de la tormenta y evitar que naufragaran. De repente en medio de la desolación y desesperanza Pablo tomó el liderazgo. El siervo de Dios no permitió que los planes divinos de salvación para la tripulación y las personas que influenciaría con el evangelio se perdieran. Entonces tomó el mando, y lo oyeron el capitán, los marineros, el centurión Julio, los soldados y los presos en total 276 almas. Pablo erguido en medio de la desolación les habló con autoridad, Pero ahora os insto a tener buen ánimo. (v.22), ya que el Señor le había prometido por medio de una visión que no se perdería ninguna vida de los tripulantes, solo se perdería los bienes materiales del barco. Seguramente, Pablo había orado extensamente, pidiendo la protección divina a fin de cumplir la comisión de presentarse ante el Cesar.
Jesús no le dijo que todo iba a ir bien, tampoco le prometió quitar a sus enemigos, sino que estaría con él. Si se hace un recuento de todas las ocasiones, es única la experiencia del apóstol a los gentiles:
• En el camino a Damasco, cuando lo escogió Jesús como su instrumento especial a los gentiles (Hch 9:3-16).
• Dando testimonio que en Jerusalén, el Señor le ratificó que allí no recibirían su testimonio, pero entre los gentiles sí (22:18-21)
• En Corinto, cuando fue rechazado fuertemente por los judíos (18:9,10)
• En Jerusalén, al terminar su tercer viaje y ser encarcelado, Jesús le exhortó a tener ánimo, pues tendría que llegar a Roma (23:11)
• En medio del largo y peligroso viaje a Roma, Jesús le envió un ángel para darle la seguridad que junto a sus acompañantes, incluyendo Lucas, sería librado (27:23-26)
• Cuando en 2 Corintios 12, cuenta de haber sido arrebatado hasta el tercer cielo y para que manejara correctamente la grandeza de las revelaciones, le fue dado un aguijón y la promesa de “bástate mi gracia”
En esta ocasión,como hombre de Dios que era, rogó por toda la tripulación, es por esto que el Señor le da una promesa profética que les transmite, primero les declaró su pertenecía y servicio al único Dios Omnisciente y Omnipotente,
Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, y que literalmente el Señor por medio de su oración le había “regalado” las vidas de los tripulantes (charizomai, un regalo concedido por gracia y buena voluntad). Una vez más Pablo les insta, Tened buen ánimo, porque yo confío en Dios… (v. 25).
El apóstol seguramente recordó el dominio que el Señor demostró sobre la tormenta en el mar de Galilea (Mr. 4:35-41) debido a eso, Pablo transmitió el mensaje seguro en la fidelidad divina, palabras de esperanza que necesitaba la atormentada tripulación. Sumando practicidad añade Con todo, es necesario que demos en alguna isla. (v.26).
El hombre de Dios que obedece y es sensible a los propósitos de vida que fueron diseñados para él desde antes de la fundación del mundo, es un hombre de fe, que en medio de perturbadoras tribulaciones confía en el cuidado fiel del Señor. El cristianismo no promete la ausencia de dolorosos conflictos o crisis de la vida sino que son ocasiones propicias para que el Creador soberano fortalezca y confirme a sus hijos, a fin de que lleguen a la estatura del varón perfecto.