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Un interludio más. El primero se encuentra entre los terribles juicios del sexto sello (6:12-17 y el séptimo (8:1-5), lo que viene siendo el capítulo 7, en donde se narra que fueron sellados 144 000 escogidos hijos de Israel y en donde además se observa una gran multitud de santos en el cielo. Esto es como una tregua que anuncia que los juicios que vienen después son más terribles que los anteriores. Aparecen luego las siete trompetas anunciando la continuación de los juicios. Aquí en este momento entre la sexta y séptima trompeta, surge este interludio/paréntesis en el que Juan experimenta las visiones del librito y la de los dos testigos (capítulos 10 y 11).
“Estos interludios no son pausas dentro de una secuencia de acontecimientos, sino recursos literarios que sirven para instruir a la Iglesia en relación con su papel y destino durante el período final de la historia del mundo. Entre la sexta y séptima copas (la última serie todavía futura) no habrá el interludio correspondiente porque en aquel momento toda advertencia y juicio preliminar habrá concluido. Cuando se derraman las copas de la ira divina, la consumación se dirige rápidamente a su punto culminante”. (Comentario al libro de Apocalipsis, 1977). La Biblia de Estudio Pentecostal p. 1870, agrega que no se debe ser dogmático acerca de la secuencia de los acontecimientos en el libro de Apocalipsis.
Como ya se ha dicho, los siete sellos (6:1-17; 8:1-5), las siete trompetas (8:6-21; 11:15-19), y las siete copas (16:1-21), se presentan como tres diferentes y consecutivos juicios de Dios. Los juicios se vuelven progresivamente más devastadores al acercarse al final de los tiempos. Los siete sellos, trompetas y copas, están conectados unos con otros, es decir, el séptimo sello introduce a las siete trompetas (Ap 8:1-5), y las siete trompetas introducen a las siete copas (Apocalipsis 11:15-19; 15:1-8).
Según la línea escatológica, en este interludio de tiempo acontece primero la visión del ángel fuerte y posteriormente la presencia y ministerio de los dos testigos, cambiando el escenario del cielo a la tierra.
El apóstol Juan nos da una descripción de este ángel que descendió del cielo: