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En las trompetas del capítulo 8 de Apocalipsis el castigo fue contra la vegetación, el mar, los ríos y los astros; pero ahora, en los ayes de las trompetas restantes, el castigo se dirige directamente sobre los seres humanos.
En la quinta trompeta se habla de un evento que hará estremecer a los hombres. Juan menciona que vio una estrella (del griego «astér», estrellas, estrella, la estrella). Aquí no se aclara si la estrella era un ángel, y no hay un pasaje paralelo que dé más claridad sobre este ser. El debate entre los comentaristas está dividido, si lo que cayó fue un ángel bueno o un ángel malo o si fue el mismo Satanás, lo importante es conocer que este ser resplandeciente recibió la llave que abre el pozo del abismo; Dios es soberano y tiene el control de todas las cosas. Lo que sí se puede comprender es que se trata de un ser inteligente al cual Dios le dio la llave del pozo del abismo («gr. phrear», pozo; «gr. abussos», abismo, sin límites, sin fondo, profundidad insondable, un lugar subterráneo). En el A.T. abismo «heb. tehón» se usa para designar al mar, al océano o a cualquier masa grande de agua (Gn., 1:2); en el Salmo 47:7 se refiere a “aguas profundas”. En el N.T. se refiere a un lugar para los demonios. Abismo aparece siete veces en Apocalipsis (9:1,2,11; 11:7; 17:8; 20:1,3). De esto se concluye que es un lugar de detención de ángeles malignos; este es un lugar transitorio, pues estos seres tienen ya su destino eterno en el lago de fuego (Mt. 25;4; Ap. 20:10).
El abismo es una prisión para los demonios. Kittim Silva menciona: “El abismo es una prisión espiritual instituida por Dios”.
En el pasaje en donde el Señor Jesucristo libera al endemoniado gadareno, los demonios le pedían que no los enviara al abismo (Lc 8:31), lugar en la profundidad en donde moran los demonios. “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio” (2 Pedro 2:4); este es un lugar ya reservado desde antes para el gran día del juicio. “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (Judas 1:6). Los demonios saben dónde Dios ha puesto esta morada para ellos, y llegará el momento que serán castigados.
Cuando este ser abrió el pozo del abismo subió un humo tan denso que oscureció el sol y el aire. Algo similar a lo ocurrido en las plagas de Egipto, pues cuando llegaron las langostas se oscureció la tierra (Ex 10:15).