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Apocalípsis

Apocalípsis 15:2-4 “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. 3 Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. 4 ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.”


“Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego”: semejante al que Juan vio en el capítulo 4:6, lo único es que aquí está mezclado con fuego, que pareciera representar, como en 8:5, la ira y el juicio de Dios. Los mártires tienen arpas en sus manos y entonan un cántico al Cordero, lo cual los conecta con los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes del capítulo 5:8-10. ¡Aquí se tiene otra visión del trono de Dios!

Hay un paralelismo de los juicios de Dios en el tiempo del fin, con las 10 plagas que Dios envió a la tierra de Egipto cuando los israelitas estaban bajo la esclavitud de Faraón. El principio es el mismo: un segmento del pueblo de Dios que sufre bajo un sistema que le oprime y el Dios todopoderoso que en su momento interviene para liberar a su pueblo y derramar su ira sobre el opresor, mientras los suyos son protegidos.

Ya ha ocurrido la primera siega. Los santos del Altísimo se hallan en la patria celestial donde ya no sufren más ni hay tribulación para ellos. Estos son los que triunfaron sobre la bestia y su imagen porque no la adoraron ni le sirvieron. Ahora glorifican a Dios cantando el cántico de Moisés (Éx. 15:1) y el cántico del Cordero:


Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los santos, Rey de los santos.
Aleluya amén, aleluya amén.
¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?
pues sólo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán
y te adorarán, y te adorarán.
Aleluya amén, aleluya amén.


(Se le puso música a este canto y se hizo muy popular entre las iglesias, con algunos breves agregados)

Entonan un cántico recordando a Moisés y a María su hermana, que junto con el pueblo alabaron a Jehová por su salida victoriosa de Egipto. Por cierto, tomando versículos de ese capítulo también se le puso música a un canto que por décadas se cantó en las iglesias.


Cantaré a Jehová por siempre, su diestra es todo poder
Echó a la mar los que perseguían
Jinete y caballo echó a la mar
Echó a la mar los carros del faraón.
Laralá, lalá, lara lara lalá (haciendo un abanico con los brazos)
(repitiéndolo varias veces, con algunos arreglos)


Dos cánticos que presentan similitudes y contrastes:



Nota litúrgica. Hoy día han proliferado y aceptado todo tipo de ritmos musicales de acuerdo con la cultura del país y aun de la región. Es comprensible, sin embargo, debe haber un escrutinio doctrinal en la letra de inspiración, sin caer en el legalismo o religiosidad. La iglesia del Señor se rige por la escritura como la base para todo. Estos cánticos tienen una esencia y sentido que exalta y honra los atributos de Dios, así como los beneficios otorgados al hombre. Son un modelo para la alabanza y adoración que se ofrece al Dios altísimo.


Nota devocional. La fidelidad es una característica del discípulo comprometido con Jesús y que ha declarado lealtad a su palabra bajo cualquier costo. El testimonio del obispo de la iglesia en Esmirna del primer siglo, Policarpo de 86 años, es realmente inspirador y desafiante para todos los tiempos. Cuando el emperador Antonio Pío ordenó persecuciones contra los cristianos, Policarpo fue arrestado. Las actas, con las que el Vaticano cuenta, dicen sobre su martirio: “llevado ante el procónsul, éste trató de persuadirlo a negar al Señor, diciéndole: —piensa en tu edad, cambia tu pensamiento, jura y yo te libero, maldice a Cristo”. Policarpo le respondió valientemente: “le he servido por ochenta y seis años, y no me ha hecho ningún daño. ¿Cómo podría maldecir a mi rey que me salvó?, escúchalo claramente, ¡yo soy cristiano!”. Ante su lealtad al Señor, fue martirizado.

Nota Histórica

Marciano, testigo ocular de su martirio, el “Martyrium Polycarpi”, es citado en el documento más antiguo sobre quienes murieron por su fe, llamado “Las Actas de los Mártires”. Se agrega además que durante su largo obispado Policarpo se distinguió por el celo en conservar fielmente la doctrina de los Apóstoles, por la difusión del evangelio entre los paganos y por combatir las herejías. Ireneo lo define como un predicador paciente, y amable, mostrando gran atención a las viudas y esclavos. (Vatican News)


Estos Santos están ahora en el cielo, son mártires (ya sea por su testimonio o por su muerte), han vencido (nikao) al diablo por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte (12:11). Tenían arpas como lo hicieron los 144 000 del capítulo 14:1-3; así que es probable que ambos grupos sean los mismos, así como los 144.000 de 7:3 son lo mismo que la gran multitud de 7:9. (Miguel Rosell Carrillo, www.Centrorey.org)

El reconocido pastor de New York, Kittim Silva, señala tres consideraciones sobre los mártires de la tribulación: a) Habían alcanzado la victoria sobre la bestia… b) Estaban en pie sobre el mar de vidrio, c) Cantaban con las arpas de Dios. Por su testimonio de valor, ellos recibirán la victoria y disfrutarán el gozo celestial. El mar, literalmente, se usa como referencia a lo inestable, a lo inseguro, a lo agitado. Estar en este mar apocalíptico solidificado y cristalizado describe la victoria alcanzada sobre toda agitación, persecución y mal terrenal”. (Apocalipsis, la revelación de Jesucristo, p.225)

Para Meditar

Los cánticos en el pueblo de Dios, son celebración, declaración de esperanza y de victoria. A lo largo de los siglos Dios ha inspirado a sus hijos para dejar plasmados en una composición, lo que por generaciones ha nutrido y alentado la fe. Los himnarios están llenos con frases semejantes a estas: “después de la batalla nos coronará, Dios nos coronará; ¡Oh yo siempre amare esa cruz!, en sus triunfos mi gloria será, y algún día en vez de una cruz, mi corona Jesús me dará”.

El apóstol Pedro escribió: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. 1 Pedro 4:12,13.



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