Acto seguido Juan describe la apariencia de este ejército empleando símiles para tratar de describir lo que ve. Dice “son como” o “semejante a”. Tal vez hoy se contaría con un lenguaje que describiera mejor a esas fantasmagóricas langostas, pero aún se tendría que hacer comparaciones.

Estos son seres nunca vistos en la tierra, y aunque la Escritura no da luz del tamaño de estos animales, es magistral la forma en que el apóstol Juan los describe. Dice que son como caballos preparados para la guerra, que salen del pozo del abismo con mucha velocidad, sin miedo a nada, con un firme propósito: el de atacar a todos los humanos que no tengan el sello de Dios. Hay aves que tienen una corona de plumas en su cabeza, así que, si estos seres tienen alguna cresta (como una especie de corona de oro, eso las hará diferentes a todas las especies conocidas).

También existe un grillo muy conocido a nivel mundial, el grillo caro de niño. Este es un insecto cabezón al que le han encontrado parecido con la cara de un niño pequeño. Este animal es inofensivo y se alimenta de plantas. Sin embargo, la Escritura dice que la figura que vio Juan tiene cabellos como de mujer, pues los caballos tienen melena o crines y hay otros mamíferos que también la tienen, los grillos cara de niño también tienen mandíbulas fuertes, aunque no muy parecidas a los dientes de león; la estructura del tórax es dura como un caparazón que protege a todos los órganos internos ya que es un animal invertebrado. Así que su coraza parece de hierro. Tal vez ninguna arma o insecticida creado por el hombre le pueda hacer daño. Sus alas, claro, hacen mucho ruido cuando se trata de una gran cantidad de ellos volando; pero el mal se centra en su cola, que es semejante a la de un escorpión, con aguijón para dañar.

La avispa es un insecto que pica con la cola y su picadura es muy dolorosa, también se escucha cuando anda volando entre las plantas, aunque esta solo pica cuando se siente amenazada; la abeja también pica con la lanceta que tiene en su cola, pero al enterrarla ella muere.

La vida adulta de las langostas más o menos es de cinco meses, y este es también el tiempo en el que estos terribles seres harán daño a los humanos.