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El sello del Dios vivo. ¡Cuan sublime es el amor de Dios, pues, aunque una orden se había dado a los cuatro ángeles anteriores para hacer daño a la tierra y al mar, aparece otro ángel diciendo: “esperen”. Los ángeles saben que tienen que cumplir la orden del Cordero, pero sin reproche, se detienen, pues hacía falta la protección divina a los siervos de Dios.
El sello del Dios vivo llevado por la mano de un quinto ángel, quien sale a escena en la visión juanina, significa “emblema de propiedad y seguridad, combinado aquí con la idea de destino (Ez 9:4-7); con lo que las personas selladas quedan preservadas de destrucción, y marcadas para recompensa”; el ángel surge de donde sale el sol, es decir, el plan de salvación proviene del Altísimo y Él es la fuente de donde emana la vida eterna. El sol es símbolo de vida y sale del oriente, de donde proviene la provisión divina, así es el sello del Dios vivo. a.- El sello era muy importante en la vida judía, era símbolo de propiedad, seguridad, origen. La impresión se realizaba sobre un documento el cual tenía todas las ideas o promesas, así como los deberes para la persona sellada. b.-El sello en la frente significaba que era una persona salvada y consagrada con pleno entendimiento del sentido de ello.
En los tiempos de Abraham, el sello distintivo para ser reconocidos como hijos de Jehová era la circuncisión (Gn 17:10-12). Este era un acto de fe efectuado por los hombres a manera de recordatorio diario, a fin de que estos se mantuviesen apartados del mal, y consagrados al Altísimo.
Sin embargo, hoy, en tiempos de mayor comprensión de la Biblia, la marca del Todopoderoso consiste en el sello del Espíritu Santo, el cual da poder al creyente para vivir una vida de santidad. El apóstol Pablo lo escribe así: “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Tim.2:9); esto indica que el sello de Dios en el creyente hace claro que le pertenece a Dios y le capacita para vivir en obediencia a los mandamientos De Dios.
El sello que se pondrá sobre estas personas es un sello como el puesto sobre Caín (Gn 4:15). Así como Dios puso una señal a Caín para que no lo mataran, de la misma forma el ángel que sale del oriente pondrá un sello a los ciento cuarenta y cuatro mil israelitas.
Para Juan fue un momento alentador y un refrigerio para su alma, saber un poco más del propósito divino de las visiones apocalípticas (hasta ahora tan desalentadoras). Obtuvo en esos momentos el descanso que necesitaba al saber del providencial destino de Israel, y adquirió nuevas fuerzas para las próximas visiones.
Dios ha puesto un sello a cada creyente. El apóstol Pablo dice: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1:21,22). Cuando una persona acepta a Jesús como su Salvador personal y Señor, hace efectiva el valor su sangre derramada para pagar el precio de sus pecados. Así, transformado y sellado con el Espíritu Santo, recibe poder y unción para predicar el evangelio a los que aún no conocen a Jesús. Motivo por el cual, aunque continúe en el mundo, las demás personas se dan cuenta de que se ha efectuado un cambio; existe ahora algo que distingue al creyente, no es un tatuaje, ni un letrero o un arete, es el reflejo de Dios que se hace presente en la vida del nuevo cristiano.