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Apocalipsis

Apocalípsis

Apocalípsis 21:15-21 “El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. 17Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. 18El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; 19y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 20el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.”


El comentario al libro de Apocalipsis, de la Serie Fe y Acción, ofrece los siguientes colores para las piedras (p.223): El primer cimiento era jaspe(claro, rojo (4:3; 21:11); el segundo, zafiro(azul cielo); el tercero, ágata (rayas o listas de varios colores); el cuarto, esmeralda (verde oscuro); 20el quinto, ónice (rojo y blanco); el sexto, cornalina (rojo anaranjado o color miel Ap 4:3); el séptimo, crisólito (oro diáfano overde claro); el octavo, berilo (verde mar); el noveno, topacio (claro, amarillento); el décimo, crisopraso (verde); el undécimo, jacinto (violeta); el duodécimo, amatista(morado o lavanda).

16La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; es de notar que las medidas de hombre son iguales a las del ángel, lo cual significa que somos siervos por igual del Señor. La ciudad tiene las mismas medidas en lo alto, largo y ancho. No es una pirámide, pues jamás ha habido en la Biblia algo semejante, pero sí es un cubo, con su símil terrenal más cercano que es el Lugar santísimo en el tabernáculo (cp. 1 R 6:20).
Doce mil estadios equivalen a 2400 kilómetros o 1500 millas. Haciendo comparaciones cubriría más de la mitad de los Estados Unidos o la tercera parte de la porción más ancha de África o la mitad de la China.

Nota controversial: Existen variadas opiniones en cuanto a las medidas. Casi cada comentarista da su opinión mencionando que los semitas no eran muy exigentes en cuanto a los números, es decir, la ciudad pudiera ser más pequeña de lo que las medidas dicen, o mucho más grande de lo que indican y que sólo se pretende mostrar que es un lugar colosal no hecho por hombres.
Otros por su parte opinan que todas las cantidades son múltiplos de doce, y la caña de oro en la mano del ángel demuestra que toda medida es honesta y no va a variar jamás. El Señor ha diseñado así la santa ciudad y no hay manera de reducirla o ampliarla.

Nuestros parámetros de belleza y riqueza no tienen alcance en esta santa ciudad, pues lo que se conoce de arquitectura e ingeniería a lo largo de la historia humana, no es comparable con la belleza de esta ciudad. Las piedras de los cimientos son joyas en sí mismas, pues la gloria que sostendrán no tiene manera de medirse: “jaspe, zafiro, ágata, cornalina, crisólito, berilo, topacio, crisopraso, jacinto, amatista”. Ocho de las doce piedras se encuentran en el pectoral del sumo sacerdote (Ex 28 y 39) y las otras cuatro también están relacionadas con el pectoral. Las gemas constituyen una colección brillante e indescriptible de colores hermosos que reflejan la luz inigualable de la gloria de Dios. (B. MacArthur p. 1878)

21Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio”. Quizá la puerta tenga una perla gigantesca, o tal vez el escritor quiso decir que la puerta es de perla, pues está engastada en cientos de perlas que la adornan.

La ciudad está hecha de oro. En la tierra se usa concreto, ladrillo o asfalto para pavimentar las calles. En la nueva Jerusalén, caminaremos sobre calles de oro. Las riquezas que están fuera de nuestro alcance aquí en la tierra, allí estarán bajo nuestros pies (Serie Fe y Acción p. 223).



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