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Apocalipsis

Apocalípsis

Apocalípsis 17:7-18 “Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene siete cabezas, y los diez cuernos. 8Y la bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no estén escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. 9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre las cuales se sienta la mujer, 10y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga es necesario que dure breve tiempo. 11La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición. 12Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. 13Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y autoridad a la bestia. 14Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con Él son llamados y elegidos y fieles. 15Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta son pueblo, muchedumbres, naciones y lenguas. 16Y los diez cuernos que viste en la bestia, estos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; 17porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que Él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. 18Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra ”


El ángel le explica al Apóstol el misterio de la “mujer y la bestia que la trae”. En el versículo 3 Juan ve a “la mujer sentada en la bestia”, en cambio en el versículo 7 dice: “la bestia que la trae”. Hay un cambio de verbos: “sentada y trae”. En el primero la mujer ejerce dominio sobre la bestia. En el segundo “trae” (griego: bastádsonton que significa transportar, traer) sugiere que la mujer es más bien un instrumento de la bestia. Es la bestia quien trae la fuerza motivadora y el propósito activo, el poder y la autoridad.

El tema central es la bestia, sobre la cual la mujer estaba sentada. Una vez más menciona que tiene “siete cabezas y diez cuernos” (13:1; 17:3) igual que el dragón escarlata, Satanás (12:3). El uso de los verbos: “era, no es; y está para subir del abismo e ir a perdición”, explica su existencia cronológica, describiendo la historia de la bestia en tres etapas diferentes: pasado, presente y futuro. En el capítulo 13:3 dice: “Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada…”, y en 13:14 se dice: “… que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió” refiriéndose a que el Anticristo deberá morir a la mitad de la gran tribulación y después resucitar por el poder de Satanás, quien es arrojado del cielo a la tierra (12:9,12). Esta bestia “sube del abismo”, frase que se menciona en 11:7 mencionando que el Anticristo, a la mitad de la gran tribulación, y después de haber resucitado, iniciará la guerra contra los dos testigos del Señor que estarán en Jerusalén y los matará. Su destino está marcado: “e ir a perdición”; Pablo dice que es “hijo de perdición” (2 Ts 2:3).

El propósito del “milagro”, por obra de Satanás, de resucitar al Anticristo es para que “los moradores de la tierra, se asombren viendo a la bestia que era, no es, y será”. Lo mismo dice en el capítulo 13:3: “y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia” y 13:14, 15: “mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia…. e hiciese matar a todo el que no la adorase”. La gente que viva en la gran tribulación rendirá adoración a la bestia a partir de su resurrección (mitad de la última semana de Daniel).

Hay cierta exigencia para entender el mensaje dado: 9Esto, para la mente que tenga sabiduría. Esta frase anticipa la complejidad de la revelación dada como la dificultad para entender el mensaje. Es necesario el estudio de la Palabra como el conocimiento de la historia para captar el sentido de lo que sigue.

"9bLas siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, 10y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga es necesario que dure breve tiempo". Debe interpretarse la palabra “monte” a la luz del vocabulario profético del Antiguo Testamento. Normalmente esta palabra simboliza un “reino”. El Salmo 30:7 dice: “Porque tú, Jehová, con tu furor me afirmaste como monte fuerte…” (comparar Zac 4:7; Is 2:2; Dn 2:35; Hab 3:6). El monte o elevación prominente en la superficie de la tierra es un símbolo para representar a un reino, imperio o autoridad establecida.

Se ha comentado que “la mujer” que está sentada sobre estos siete montes, es Roma, pues la ciudad está asentada sobre “siete colinas”. La “colina” (griego: bounós) es una elevación menor que un “monte o montaña” (griego: órei, plural de óros. De allí, el término Orografía). El hecho de que la mujer está sentada sobre siete montes no le identifica con una ciudad situada sobre siete montes. Se observa a esta “mujer” sentada primero, sobre “muchas aguas” (17:1); segundo, “sobre la bestia” (17:3), y ahora sobre “siete montes”. Lo importante no es donde está, sino el poder o influencia que ejerce sobre aquello en donde está. Estas siete cabezas, y montes, representan siete reyes. Igual que en Daniel 7:17,23, las cuatro bestias son interpretadas como cuatro reinos y cuatro reyes: “Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantaran en la tierra…. La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra…”.

Esta “mujer” está ejerciendo dominio sobre siete reinos y reyes. Estos reinos deben interpretarse históricamente en relación con la nación de Israel. “Cinco de ellos han caído”, cinco reinos habían desaparecido ya en el tiempo del Apóstol Juan, a saber, Egipto, Asiria, Babilonia, Persia y Grecia. “Uno es” se refiere al imperio romano que estaba dominando en la época de Juan. “Y el otro aún no ha venido” se entiende como el imperio romano vivificado, lo que en el sueño de Nabucodonosor es en parte barro y en parte hierro, un reino dividido que termina en diez dedos (Dn 2:40-43). El número diez se confirma en la bestia que sube del mar (13:1), sobre la cual la mujer está sentada (17:3) y en el dragón escarlata (12:3) que tienen diez cuernos.

Hay un reino más, el octavo (17:11), que durará poco tiempo “y cuando venga es necesario que dure breve tiempo”. Este reino es el de la bestia, el Anticristo, que tendrá un tiempo limitado para actuar. Juan dice: “La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”. (se entiende aquí que el reino del anticristo corresponde a los reinos séptimo y octavo debido a su supuesta muerte y resurrección, B. MacArthur p.1871). En la visión de Daniel, la última bestia tiene diez cuernos (Dn 7:7) y de ellos sale un “cuerno pequeño”, el cual Daniel lo describe diciendo que: “tenía ojos como de hombre y una boca que hablaba grandes cosas” (Dn 7:8). En la explicación que el ángel da a Daniel le dice: "Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantaran diez reyes; y tras ellos se levantará otro, diferente de los primeros, y a tres reyes derribará. Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley…" (Dn 7: 24,25).

En la visión del “carnero y el macho cabrío” que le fue mostrada a Daniel, ve “un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacía la tierra gloriosa. Y se engrandeció hasta el ejército del cielo…. Aún se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos… ¿Hasta cuándo durara la visión del continuo sacrificio…? … Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas…” (Dn 8:9-14). Las dos mil trescientas tardes y mañanas son tres años y medio. Es lo que durará el imperio del Anticristo, es decir, la segunda mitad de la gran tribulación (Ap 12:12; 13:5; Dn 7:25).

Los diez reyes mencionados en el versículo 12, están en concordancia con lo que dice Daniel en 2:44; 7:7, 24; estos son reyes que recibirán dominio y autoridad en los postreros días. Gobernarán por poco tiempo, “por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia”. Gobernarán simultáneamente con el Anticristo.

El primer propósito de estos reyes es: “entregar su poder y su autoridad a la bestia”. El imperio del Anticristo no se constituye por la fuerza, sino que estos reyes le otorgan su poder y dominio sobre el mundo. El jinete del primer sello, que es este personaje, no derrama sangre, pero ya es vencedor (Ap 6:2). Ellos dejarán que la bestia ocupe el lugar más alto y de más privilegio en el gobierno de la tierra durante la segunda mitad de la gran tribulación.

El otro propósito que tienen es: “Pelear contra el Cordero…”, y es claro que estos reyes entienden que para poder hacerle frente al “Cordero”, necesitan de un líder con las capacidades que tendrá el Anticristo. Recuérdese que él morirá a la mitad de la semana y resucitará por el poder de Satanás que es arrojado a esta tierra; por lo tanto, los poderes que tiene son sobrehumanos, que nadie en la tierra los posee. Apocalipsis 13:2 dice: “Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad”. La sexta copa “prepara el camino a los reyes del oriente” (Ap 16:12); y antes de dar paso a la séptima copa, se abre un paréntesis para explicar que: “de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, salen tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Ap 16:13,14).

La victoria es del Mesías, el Cordero de Dios (Jn 1:29). Se da por hecho que “14el Cordero los vencerá, porque Él es Señor de señores y Rey de reyes;” Ap 19:11-21 describe la guerra entre los reyes del mundo liderados por el Anticristo en contra de Jesucristo. Esta es la batalla de Armagedón. Entonces descenderá del cielo Cristo y todo ojo le verá. La majestuosa y gloriosa manifestación del Mesías victorioso frente de sus ejércitos causará la derrota definitiva de la bestia y sus aliados. El título dado a Cristo en este versículo declara su deidad y soberanía, igual que el Dios Padre (Ap 1:5; 5:8,13).

El “Cordero” viene acompañado: “y los que están con Él son llamados y elegidos y fieles”. Estos comparten la victoria que su Señor tiene sobre los que vinieron a pelear contra Él. No se menciona si tienen alguna función en la batalla, pero dice que son llamados y elegidos, los cuales son actos divinos en nuestra salvación; y son fieles, esto es un esfuerzo humano en la salvación. Pablo menciona en Romanos 8:29, 30, varias acciones que son del ámbito divino: “Dios nos conoció, predestino, llamó, justificó y glorificó”. ¡Qué bendición que Dios se ocupó en nuestra salvación! Pero ésta, lleva también esfuerzo humano: Permanencia, fidelidad. Jesucristo lo dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lc 9:62) y “más el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mt 24:13).

El versículo 15 es la interpretación del versículo 2: “Las aguas que has visto, donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”. La mujer ejerce influencia universal. Su dominio abarca a todos los componentes de la sociedad, desde el de menor jerarquía hasta el que ocupa la mayor autoridad. La “ramera” sojuzgará el estilo de vida de la sociedad, no por fuerza, sino por sumisión propia del mundo.

La “mujer que ejerce dominio” será despreciada por los diez reyes y el Anticristo: “16Y los diez cuernos que viste en la bestia, estos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego”. La ramera que buscaba alianzas políticas y poder, al final será destruida por una alianza política. El versículo no dice la causa de por qué “aborrecer” a la ramera. Es probable que no desee someterse a la autoridad del Anticristo y constituya una amenaza contra el poder de la bestia. Ahora, los diez reyes tomarán acuerdo para destruir a esta mujer. Los vocablos “desolada” (griego: eireimoménein) y “desnuda” (griego: gymnéin) muestra los perjuicios contra ella. Babilonia será despojada de todos sus tesoros, opulencia y glamur. Será hecha como un desierto, “desolada”. Tanto es el odio hacia ella, que los diez reyes la harán añicos: “devorarán sus carnes y quemarán”. Babilonia será totalmente destruida, hasta el grado de no quedar nada de ella. Su aniquilación es total. Qué contraste tan marcado presenta el capítulo 17 de Apocalipsis en cuanto a la Babilonia, la madre de las rameras. Inicia presentando a esta “ramera” con toda la opulencia y majestuosidad: ropas reales, piedras, oro, perlas y una copa en su mano; y cómo será su fin: desolada, desnuda y absolutamente destruida, no quedará nada de ella.

Nota Histórica

En los días antiguos, Babilonia había sido para los profetas la misma encarnación del poder y de la concupiscencia, del lujo y del pecado. Y para los primeros cristianos judíos, Babilonia parecía haber nacido de nuevo en la concupiscencia, el lujo, y la inmoralidad de Roma. La conquista de Babilonia por Ciro de Persia fue uno de los acontecimientos sobresalientes de la historia antigua. Las mismas palabras que usa Apocalipsis 17:5 y 18:10,21, son eco de los pronunciamientos de los antiguos profetas con las que anunciaron aquella caída. «¡De repente cayó Babilonia y se hizo pedazos!» (Is 21:9; Jer 51:8). Pues había sido: “Una copa de oro que embriagó a toda la tierra… de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron las naciones”. (Jer 51:7). Babilonia representa una fuerza corrupta que había seducido a las naciones a una especie de inmoralidad demente. El trasfondo es el cuadro de una prostituta que conduce a un hombre a la inmoralidad, envolviéndole con sus palabras, emborrachándole para que ya no pueda resistirse a sus redes. Roma ha sido así, como una cortesana deslumbrante que seduce al mundo.


Dios es soberano, y sus planes se cumplen, aún el hombre malvado es instrumento de Dios para llevar a cabo sus propósitos. Juan nos dice que: “17porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que Él quiso; ponerse de acuerdo y dar su reino a la bestia; hasta que se cumplan las palabras de Dios”. Los reyes voluntariamente unirán sus fuerzas para destruir a Babilonia, pero al hacerlo así, actúan en conformidad con el plan soberano de Dios. (“El anticristo será ayudado por sus diez subalternos para traicionar el sistema, saquearlo y destruirlo, con el fin de arrogarse el poder, el control absoluto y la adoración exclusiva de sí mismo”, Biblia MacArthur p. 1871).

Las decisiones del impío son controladas por Dios, pues es Soberano del universo. Nada se le escapa a Dios, no tiene plan “A” o “B” o “C”, Él tiene todo bajo control. El Salmo 135:6 dice: “Todo lo que Jehová quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos”. El profeta Daniel afirma: “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y Él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano y le diga: ¿Qué haces?” (4:35). En el pasado Dios usó a la nación de Babilonia para castigar a su pueblo Judá (Dn 1:1,2). El rey persa, Ciro, fue el instrumento de Dios para juzgar a los caldeos (Dn 5:30,31). Al final de la gran tribulación el reino del Anticristo será usado por Dios para destruir a Babilonia.

Finalmente, se identifica claramente a la mujer que está sentada primero, sobre muchas aguas, después sobre la bestia, y por último sobre siete montes: “La mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”. Su dominio es permanente: sobre pueblos, naciones, multitudes, lenguas; después sobre el Anticristo, aunque su dominio es solo como el instrumento que la bestia utiliza para llegar al poder; y al final, se menciona que ha estado en todos los imperios de la tierra: Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma; y estará en el imperio del Anticristo hasta que sea destruida por los reyes que le dieron poder a la bestia.

Los expertos opinan que el libro de Apocalipsis no está siempre escrito cronológicamente. Juan, el apóstol, de vez en cuando abre un paréntesis para explicar algo que quedó atrás, o que está por venir. Es el caso del capítulo 7 donde Juan explica el sello de los 144 mil judíos y la multitud vestida de ropas blancas. El sello de los judíos que predicarán el evangelio durante la gran tribulación debe ser antes que se abran los sellos (6:1-17 y 8:1). En cambio, la multitud que alaba al Cordero (7:9-17) debe aparecer después de la gran tribulación (19:21), pues el ángel dice: “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”.

Lo mismo sucede en estos capítulos 17 y 18. Estos capítulos son el cumplimiento literal de todas las profecías divinas contra Babilonia (Is 13, 14 y Jr 50 y 51). Cronológicamente el capítulo 19 sigue al 16. Apocalipsis 16:19 dice: “… y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios para darle el cáliz del vino del ardor de su ira”. La destrucción de Babilonia (cap.18) es parte de la última copa de la ira de Dios (cap. 16:17). Ya había sido anunciada su caída en 14:8. Siguiendo el orden, Apocalipsis 17:3 es antes de Apocalipsis 13:1-8 y 6:2.

¡Por eso es desafiante y enriquecedor el estudio del libro de Apocalipsis!



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