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Esta es la segunda bestia. El segundo monstruo ya no es marino sino terrenal. Este es religioso, el primero era político, pero tienen los mismos fines. Se le llama también el falso profeta (16:13,19:20,20:10). En Mateo 24:24, Jesús los mencionó no haciendo diferencia entre los anticristos y los falsos profetas.
Esta segunda bestia, es enviada para engrandecer a la primera. En este momento ya está en escena la trinidad diabólica, el dragón, el anticristo y el falso profeta. El anticristo y el falso profeta le dan al mundo lo que quieren ver y oír, para cumplir sus maléficos planes. El anticristo hace guerra contra los santos hasta destruir sus cuerpos; el falso profeta hace que adoren a la bestia para destruir sus almas. Su imagen de cordero con dos cuernos habla de su habilidad para engañar, de ser un verdadero maestro de la mentira.
Tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Esta expresión se ha aplicado a muchos reyes de la antigüedad y políticos de los últimos tiempos, para denotar su verdadero carácter. Tristemente se ha usado con algunos líderes religiosos y aun miembros de iglesia, que asumen posiciones dictatoriales. Qué nunca se diga de nosotros: ¡Pareces cordero, pero hablas como dragón!
Así como el Espíritu Santo en la actualidad dirige nuestra atención a Cristo para honrarlo y adorarlo, el falso profeta dirigirá a las multitudes para que adoren a la bestia, de tal forma que todos los que rehúsen doblar las rodillas ante la imagen serán asesinados. La Biblia de Estudio Pentecostal p.1875, advierte de algo peligroso que ya se ha vivido en otras circunstancias: “la segunda bestia promoverá una falsa iglesia ecuménica que adorará al anticristo. Lo logrará en gran parte mediante las grandes señales y maravillas que realizará (vv.13 y 14). En varios aspectos su ministerio será una falsificación del Espíritu Santo (cf 2 Ts 2:9,10)”.
La orden de la segunda bestia que se adore a la primera, mandando que se le hagan imágenes, no será nada nuevo, pues el ser humano tiene una enfermiza tendencia para adorar a un dios visible no importando la forma que tenga, ya sea de animal, de hombre o de mujer (Éxodo 32:1-6 registra a Israel adorando a un becerro, dejando de lado al Dios Todopoderoso que los había libertado). El sacerdocio imperial usaba invitaciones seductoras: — ¡Fijaos en lo que Roma ha hecho por vosotros! —¡Ved la paz y la prosperidad que disfrutáis! —¿Habéis conocido un benefactor comparable al Emperador?, —¡Sin duda podéis expresar vuestro agradecimiento ofreciéndole este sencillo acto de culto!