“Los caps. 14 y 15 introducen los juicios de los caps. 16-18, que muestran la recompensa que les espera a los que perseveraron en su fe en Jesucristo (v.12; 15:2-4). Los 144 000 representan simbólicamente al pueblo de Dios más consagrado y fiel de todos los tiempos, que disfruta de una posición y un favor especial en el cielo. Así que el número 144 000 no quiere decir que esté limitado a ese número. Cualquier creyente puede estar entre ese grupo mediante la fe, el amor y el servicio completo”. (Biblia Estudio Pent. p.1875)

En general el cap.14 es una introducción a la última serie de juicios. En los capítulos anteriores se ven escenas de crimen y de maldad; sin duda este capítulo es un consuelo y un paréntesis para alentar a los santos y recordarles que Dios sigue en control. Los capítulos 12 y 13 describen los hechos del dragón y las bestias, la sangre de los mártires corre abundantemente, el desafío público hacia Dios está a la orden del día. El bien está casi eliminado de la tierra (Salmo 4:6) y la fe ha desaparecido (Lucas 18:8). Sin embargo, este capítulo prueba que Dios tendrá su día, el segador divino está a la puerta, la iniquidad de la tierra está por terminar.

Por encontrarse entre las trompetas y las copas, este capítulo catorce contiene el sonido del toque de muerte para gobernantes y hombres crueles, arrogantes y blasfemos. La agonía y desesperación acumulada en el corazón del pueblo perseguido de Dios desaparece y es mostrado en triunfo junto al Cordero.

he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion: En esencia apocalipsis es el libro del Cordero, que es mencionado en 23 ocasiones y se le presenta como Inmolado, que enmudeció y no abrió su boca, pero que ahora regresa soberano, glorioso, para vencer y se mantiene de pie. El escenario es Sion (Salmo 125:1,2). Según hebreos 12:22, el "monte de Sion" es simbólicamente la ciudad de Dios, la Jerusalén espiritual, la iglesia de Dios. Cristo está de pie con todos sus redimidos en la ciudad eterna de Dios.

Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; … como de arpistas que tocaban sus arpas. es notable la repetición de la palabra "como", en tres ocasiones, sugiriendo lo majestuoso, lo sublime, y lo melodioso del mensaje. “sus arpas”, antiguos instrumentos de cuerda que no solo acompañaban los cánticos del pueblo de Dios (1 Cr. 25:6; Salmo 33:2) sino también el ejercicio del ministerio profético (cp. 1 S10:5). Los 24 ancianos tocan sus arpas en adoración ante el Cordero inmolado (Ap. 5:8).

3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono... y nadie podía aprender el cántico. Una canción exclusiva de redención, que nadie más podía aprender. Salomón nunca pudo cantar lo que David cantó. Quizás se aprendió la letra y la melodía, pero nunca el canto en su plenitud, porque eran experiencias de David. Los pecadores pueden cantar Sublime gracia, pero nunca la sentirán en el corazón tan profundamente, sino hasta que conozcan al Salvador. (Apocalipsis, en la serie Fe y Acción p.184). El Antiguo Testamento está lleno de cánticos: El Salmo 33:2,3 expresa: “Aclamad a Jehová con arpa; Cantadle con salterio y decacordio. Cantadle cántico nuevo; hacedlo bien, tañendo con júbilo”. Y otros cantos más: Salmos 40:3; 96:1; 144:9,10; 149, 150, Lucas 15:10.

un cántico nuevo: Los cantos y la música de arpas están tan bellamente combinados, que se los describe como voz majestuosa de muchas aguas y poderosa como un gran trueno. Este cántico nuevo tiene como tema central la redención. Es la razón por la cual se le refiere como el cántico de Moisés y del Cordero. Las manifestaciones del poder de Dios para Israel, combinadas con su gracia actual para con su pueblo judío y para los cristianos parece ser el pensamiento tanto en el cántico de Moisés como en el del Cordero (Ap. 15:3).