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Los capítulos 17 y 18 tratan sobre la destrucción y el juicio final de Babilonia. Babilonia es un sistema y una ciudad. En el capítulo 17 se habla de la destrucción del sistema religioso, y en el 18 de la destrucción del sistema comercial del imperio del Anticristo (Isaías 47, Jeremías 50,51). Esta destrucción será súbita y total. La Babilonia del cap. 17 es destruida por diez reyes, ésta es destruida por Dios mismo (18:20). Cuando la Babilonia del capítulo 17 es destruida, los reyes de la tierra se alegran; en la del capítulo 18, los reyes (a nivel mundial) lloran y se lamentan (18:9).
La frase “Después de esto vi”, se usa frecuentemente en el libro de Apocalipsis, con el fin de introducir algo distinto que indica un nuevo bloque de acontecimientos. Estos capítulos son consecutivos, no hay espacio de tiempo entre ellos. En el capítulo 17:1 dice: “Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló conmigo, diciendo…”. En 18:1, en cuanto al ángel dice: “vi a otro ángel descender del cielo”. Son dos ángeles diferentes. El “ángel” del capítulo 18 es distinto pues: “descendió del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gran gloria”. Algunos comentaristas mencionan que este ángel es Cristo, por las características que le describen. Pero el hecho de que tenga “gran autoridad y la luz de su gloria alumbre” no establece una prueba para afirmar que es Jesús. Moisés, el líder del pueblo hebreo, cuando descendió del Sinaí venía con su rostro refulgente: “Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí, … no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios”. (Ex 34:29). En Ezequiel también menciona la gloria de Dios como refulgente: “He aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; … y la tierra resplandecía a causa de su gloria” (Ez 43:2). El ángel mencionado aquí, es un heraldo celestial investido de poder, autoridad y gloria de Dios.