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“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron la facultad de juzgar”. Es probable que quienes se sienten en los tronos sean los vencedores de todas las iglesias, de todas las épocas (Ap 2:7,26,27; 3:21; 5:10) y es posible que incluya a los santos del AT (véanse Ez 37: 11-14; Dn 7:22, 1 Cor 6:2 Ef 2:14-22; 3:6; Heb 11:39,40). Se cree que los que resucitan después de la venida de Cristo sean los fieles que murieron durante la tribulación (6:9; 12:17). Juan no menciona la resurrección de los santos de la iglesia que han muerto, porque eso ocurrió cuando Cristo arrebató de la tierra a su iglesia y la llevó al cielo.
En los tiempos de Jesús, el judaísmo creía en la resurrección de los justos. Se tiene el ejemplo de Marta, en cuanto a este pensamiento. Su hermano Lázaro había muerto cuando el Señor Jesucristo se hace presente. Ella creía que su hermano resucitaría en el día postrero (Jn 11:24), lo cual era correcto, pero no contaba con que su amado Jesús le iba a dar vida en ese momento.
“Los decapitados”, según la postura dispensacional pretribulacionista, serán aquellos judíos o creyentes fieles muertos en la gran tribulación en manos del Anticristo, quienes resucitan para reinar con Cristo. Hay un amplio debate aquí con respecto a: “volver a la vida” o “vivieron”. (La mayoría de los teólogos amilenialistas piensan que se trata de una escatología consumada (Jn 11:25; Gá 2:20), pues “vivieron” es el acto del Espíritu Santo que nos hace estar en Cristo en novedad de vida). Sin embargo, en la Escritura leemos el mismo término aplicado para la resurrección de los muertos como un eufemismo (Ap 2:8; Jn 5:25; Ro 6:10; 2 Co 13:4).
Esta marca contrasta con el sello de los 144 mil judíos (7:3-4) también mencionado en Ezequiel 9:4-6. Que la marca del anticristo se coloque en la mano derecha o en la frente es una “parodia pagana” a la costumbre judía de llevar tefillin o filacterias como lealtad al pacto con Dios.
Al hacer Juan un contraste entre la primera resurrección y la segunda muerte parece indicar que “el resto de los muertos” no se trata de justos y fieles, sino de los malos que duermen y esperan el juicio después de los mil años. La “Segunda muerte” se refiere a la muerte eterna que sigue a esa resurrección. Daniel 12:2, confirma lo anterior y sustenta la correcta creencia judía de resurrección para juicio, ya que dice: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. Lo cual habla de un espacio de mil años, entre los justos del AT que son arrebatados cuando Cristo vuelva, y los segundos, que son despertados... “para confusión perpetua” al final de los mil años en el juicio ante el gran trono blanco.
Jesús también es claro con respecto a la resurrección tanto de justos como de injustos. Para estos últimos, la vivificación es para condenación (Jn 5:29). Después de los mil años todos los que obraron mal, serán juzgados y condenados por toda la eternidad. A esto se le llama: “la segunda muerte”; la muerte eterna o la pena perpetua de los inconversos que serán alejados para siempre de la presencia de Dios.
6“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él mil años”.
“La primera resurrección” incluye la resurrección de Cristo y de todo el pueblo de Dios, en contraste con la resurrección de los malvados al final del milenio (v.12,13; Is 26:19-21; Dn 12:2,13; Mt 27:52,53; Jn 11:25,26; 14:19; 1 Co 15: 20,52) Biblia Vida Plena p. 1885
“Bienaventurado y Santo” es la descripción que se usa para nombrar a quienes participarán en la “primera resurrección”. La esperanza del creyente es participar en la “primera resurrección”. Por lo tanto, el cristiano debe mantenerse firme a pesar de las pruebas, persecuciones y tribulaciones a fin de ser partícipe de la resurrección con todos los santos que creyeron en el Señor Jesucristo, aún sin tener un conocimiento pleno de Él (como los de A.T.). La recompensa de su fe en Cristo será “ser sacerdotes de Dios y de Cristo” durante los mil años que el Señor reinará sobre la tierra y reinarán con Él mil años”.
La realidad del milenio:
Las Asambleas de Dios en México establecen en “Nuestra Declaración de Fe” (Statement of Fundamental Truths, en los Estados Unidos) actualizada en el año 2009, en el Artículo XIV, titulado EL MILENIO lo siguiente (una breve síntesis): Todas las promesas contenidas en los pactos del Antiguo Testamento tendrán su pleno cumplimiento (Jer 31: 31-34; Ez 36:24-28).
El reino milenial será un gobierno glorioso en todos los sentidos. La gloria del Señor se manifestará por todo el mundo (Is 11:9; Jer 31:33-34) … toda la tierra se unirá en adoración a Dios y la presencia del Señor será plenamente manifiesta (Is 45:22,24; Zac 2:10-13) y el Espíritu Santo será derramado sobre toda carne (Ez 36: 25-31; 37:14).
Así mismo, la maldición que pesa sobre la creación será anulada, los animales perderán su veneno y ferocidad y la enfermedad y la muerte sólo existirán como medida penal (Is 65: 25; Jr 30:17; Ez 34:16; 47:12). El mal, aunque esté presente en el corazón humano no será estimulado por tentaciones externas puesto que Satanás estará preso todo ese tiempo. (fin de la síntesis).
Además de lo anterior, en este Comentario de la Biblia, agregamos que, quienes reinen con Cristo estarán sobre todas las naciones, porque servirán y gobernarán a Israel y a las demás naciones. En Ap 3:21 se declara “al que venciere le daré que se siente conmigo en mi trono” y en 5:10: “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes y reinaremos sobre la tierra”. Ya antes el Señor Jesús le prometió a Pedro y los apóstoles en Mateo 19:28: “De cierto os digo que, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre las doce tribus para juzgar a las doce tribus de Israel”.
