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¡Una sinfonía de alabanza!, los seres vivientes y los ancianos postrados en singular adoración, representando a los excelsos seres del cielo, como a los redimidos de todas las edades, es decir, la iglesia comprada por la sangre de Cristo, brindan respeto, alabanza y adoración al Dios eterno que la merece.
La gloria de Salomón eran sus hermosos vestidos (Mt 6:29). La gloria de la mujer es su cabello (1 Co. 11:15). La gloria de los jóvenes es su fuerza (Pr 20:29). La gloria de Dios es el resplandor que emana de su persona, el mismo que llenó el templo de Salomón en su dedicación (1 R 8:11) también lo que vio Ezequiel en su visión (Ez 1:28) y los pastores en Belén (Lc 2:9). Es esa luz que hace que toda rodilla se postre y reconozca que la perfección, el poder y el amor pertenecen a Dios.
Además, dan honra, un motivo especial por el que se le adora, es reconocer que es supremo, amoroso, bueno, que siempre está atento al clamor de su pueblo. Darle obediencia y respeto al dador de la vida.
y acción de gracias ¡Cómo no mostrar gratitud, al único que siempre ha dado la vida, el gozo, la salud y todo lo que poseen los seres vivientes!. Es lo menos que puede ofrecer el ser humano al Supremo Rey. Agradecerle con fidelidad y lealtad. Postrarse ante él, rendirle tributo y sacrificio de alabanza y adoración.
Los seres vivientes y veinticuatro ancianos aparte de estar involucrados en el gobierno y autoridad junto al trono, elevan adoración, alabanza al Dios Todopoderoso. Los seres vivientes de manera continua, sin cesar, hablan de la santidad perfecta, reconocen la omnipotencia, la eternidad e inmutabilidad del Dios que pronto ha de manifestarse para juicio y liberación de la creación de la corrupción.
“Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos”. Como ya se dijo, en el versículo 4, es el número del pueblo de Dios, multiplicado por dos, sugiriendo que representan a los redimidos del Antiguo y del Nuevo Testamento: doce patriarcas y doce apóstoles.
“Ap 4:8-11 es un gran himno de alabanza de parte de los 4 eres vivientes y de los 24 ancianos que cantan a Dios como creador. En 5:11-14 el foco de la adoración está en Dios como Redentor”. (Biblia de Estudio Ryere p. 1297)
Los ancianos reconocen que Él es el único digno de adoración, le dan gloria y muestran el debido respeto y reverencia. Al rendir sus coronas delante del trono reconocen que todo lo que ellos puedan hacer es debido al único digno de reverencia y se postran ante Él. Los veinticuatro ancianos rinden sus coronas delante del trono porque reconocen su majestuosidad, porque saben que es el todopoderoso, el santo, y eterno. También le dan gracias a Dios Todopoderoso, Creador, quien por su voluntad subsisten, todas las cosas, y por (su)tu voluntad existen, y fueron creadas”.