El escenario de este terrible acontecimiento se llevará a cabo en el valle de Armagedón, (16:16) cuando el ángel derrame la sexta copa de la ira de Jehová sobre el río Éufrates, el cual se seca y se convierte en el camino por donde vendrán las tropas aliadas de los ejércitos del Anticristo y del Falso Profeta, arrastrados y animados por los espíritus inmundos que convocan a los reyes de la tierra a reunirse para la batalla en aquel gran día del Dios Todopoderoso (16:12-14). En el 14:20 se dice que la sangre que “sale del lagar”, la sangre del campo de batalla llegará hasta los frenos de los caballos por mil seiscientos estadios. Es precisamente por esta razón por la que el “ángel de pie en el sol” (iluminado por el sol) con voz de mando convoca a todas las aves del cielo a venir a degustar del gran banquete. El escritor tomó una visión del profeta Ezequiel, donde las aves y bestias son convocadas por Dios para que consuman la carne y la sangre de hombres poderosos, príncipes, caballos, jinetes y soldados (Ez 39:4, 17-20). “Era un llamado a todas las aves de rapiña que han sido creadas para consumir reses muertas y con ellos eliminar panoramas repugnantes y olores hediondos” (Kistemaker, p.575).

Es notable y digno de señalar el contraste entre los dos banquetes que se mencionan en este capítulo: el primero, es el de la cena nupcial del Cordero al que han sido invitados todos los santos (vv 7,8); y el segundo, el de los derrotados al que han sido convocadas todas las aves de rapiña.