Juan en la primera visión ve a las iglesias, y se le dictan las cartas para siete de ellas, de ahí tendrá otras visiones a través de todo el Libro. La descripción cambia de escenario, va de lo terrenal en la visión anterior a lo celestial mostrando la grandeza del Padre. Primero escribió a pecadores terrenales que deben arrepentirse, para después comenzar a describir la majestad y santidad de Dios.

NOTA IMPORTANTE:
“Después de esto”. “Muchos expositores bíblicos, creen que, en este punto de Apocalipsis, Cristo ya ha sacado del mundo a los fieles vencedores. Esto comprobaría de por sí que el arrebatamiento, precede al período de la tribulación (Jn14:3)” (B. Est. Pentecostal p. 1863)

Juan empleando cortas descripciones, narra su impactante visión sobre el cielo: un trono majestuoso primero, luego mencionando a quién está sentado en él, en un marco de esplendor con un arco iris de fondo; y lo más importante, la adoración que se le tributa al que está sentado en el trono. El tema central del libro es la gloria del trono de Dios, la majestad de Dios, su grandeza, la soberanía de Dios en la historia de la humanidad. Comprender los capítulos 4 y 5 es elemental para entender el propósito del libro.

“he aquí una puerta abierta en el cielo” El gran comentarista W.Barclay menciona dos posibilidades: a) Que Juan ya estaba en el cielo y se le abrió la puerta a lugares aún más santos. b) Que la puerta estuviera entre la tierra y el cielo, como lo concebía el pensamiento judío primitivo, es decir, los cielos como una bóveda inmensa sólida que cubría la tierra plana. La idea aquí es que más allá de la bóveda de los cielos está el Cielo, y se abre una puerta en la bóveda para dar entrada al vidente. ¹(W.Barclay Comentario al N. T. Apocalipsis I p. 67)

Apocalipsis en el capítulo anterior menciona dos puertas y en éste agrega una más; cada una diferente. La primera: “..he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar;…” (3:8). Esta puerta fue abierta a la iglesia de Filadelfia para que pudiese llevar el evangelio de salvación a los pueblos que le rodeaban. Y aunque muchos adversarios querían cerrarla, nadie, ni nada la pudo cerrar, solo quien la había abierto. Esta puerta sigue abierta, para que todo creyente cumpla con la gran comisión que dejó Jesús, “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr 16:15). Cuando Cristo venga por su iglesia esta se cerrará.

La segunda puerta “…yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él,” (3:20) Esta es la puerta del corazón del hombre donde solo la persona decide si la abre o la mantiene cerrada, Jesús está llamando para entrar y posar en el creyente. Cada ser humano tiene libre albedrío para decidir aceptar o rechazar el evangelio. Dios le dio esa capacidad para que voluntariamente haga lo que guste. No se debe imponer, u obligar a las personas a aceptar o rechazar el evangelio, se debe respetar la decisión personal.

Y la tercera “…he aquí una puerta abierta en el cielo…” (4:1) Una puerta abierta en la que Jesús llama a Juan y le dice ven “sube acá”, un lugar en el que va a ver cosas muy diferentes a las que ha visto en la tierra. El apóstol Pablo también fue transportado en el espíritu al tercer cielo donde escuchó palabras que no pueden ser dichas porque son tan excelsas que no hay significado que las describan. (2 Co 12: 2-4). El profeta Ezequiel también vio los cielos abiertos y visiones (Ez 1:1), Jesús el hijo de Dios, después que fue bautizado y cuando llamó a Felipe y Natanael también vio los cielos abiertos (Mt 3:16; Jn 1:51) y también Esteban cuando fue apedreado (Hch 7:55,56). Es una puerta por la que solo los hijos de Dios podrán entrar al lugar santísimo, donde mora el que está sentado en el trono.

La Palabra de Dios habla de tres cielos: El cielo atmosférico en el que vuelan las aves, que tiene el aire que respiran los seres vivos, y la llamó Dios expansión (Gn 1:8), El segundo cielo es el universo, en el que están las galaxias y la oscuridad y tinieblas y el tercer cielo, lugar donde está el trono de Dios, y Jesús a su diestra, el lugar al que el apóstol Pablo ascendió en el espíritu (2 Co 12:2) ahí está Cristo preparando las moradas celestiales para los creyentes.

Juan escucha esa voz tan clara y fuerte como de trompeta que le dice que suba que le mostrará lo que ha de suceder después de estas cosas. Una voz similar a la primera visión (1:10); sin embargo, en este capítulo no aparece Jesucristo, por lo que puede ser la voz de un ángel. Juan subió en el espíritu. Este pequeño fragmento del versículo es asociado con el rapto de la iglesia, (1 Co 15:52; 1 Ts 4:13-18) ya que cuando sea el arrebatamiento de la iglesia se escuchará el sonar de la trompeta y Jesús vendrá en las nubes hasta el primer cielo a recibir a su amada iglesia, ya que el arrebatamiento de la iglesia será en silencio y Jesús no llegará a la tierra, sino que en la nubes esperará a su pueblo. Juan al subir en el espíritu, ilustra como será el recibimiento de la iglesia, cuando se escuche la voz de mando, el toque de “la trompeta de Dios” (2 Ts 4:16) y el pueblo sea recibido en el cielo.

Jesús les hizo una promesa a sus discípulos cuando Pedro le preguntó a dónde iba. — Señor, ¿a dónde vas?, Jesús le respondió: —A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; más me seguirás después (Jn 13:36). Luego les ilustró esto con la necesidad universal de poseer una casa. No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn 14:1-3). El arrebatamiento de la Iglesia es una promesa y una esperanza para los creyentes.