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Apocalípsis

Apocalípsis 5:2,3 “Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 3Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.”


Algunos comentaristas asocian un ángel fuerte con el ángel Gabriel (que significa “el hombre fuerte de Dios”) pensando que es el ángel que Juan vio en la revelación. Sin embargo, en este libro, Juan menciona otros dos ángeles fuertes (10:1; 18:21), por lo que no se puede asegurar su identidad. A lo largo de la historia siempre ha habido participación de los ángeles como servidores de Dios al servicio del hombre.


Que pregonaba a gran voz, el ángel se dirigía a toda la creación: ¿Quién tiene el derecho y el título de propiedad sobre este mundo? ¿Quién puede gobernarlo?


¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos? ¿Quién puede establecer justicia y equidad? El apóstol Juan vio que el que formuló esta pregunta era un ángel fuerte, un ángel poderoso, con una potente y sonora voz. (5:3) Ningún hombre del linaje de Adán tiene el derecho de abrir el libro y tomar el poder sobre la Tierra. Adán perdió el dominio por su desobediencia. Moisés, el que dio la ley, también la quebrantó. David y su linaje fracasaron. Nadie en el linaje de Adán cumpliría con los requisitos. Este gobernante tenía que ser un redentor, un Soberano; tenía que ser el Salvador de la Humanidad; ¡Jesucristo era el ÚNICO que podía hacerlo!


La palabra digno significa tener un mérito por las acciones realizadas en pro de la humanidad y en beneficio de los demás.


Esa cualidad entre los seres humanos no la había cuando se buscaba al ser correcto para abrir los sellos. Los ángeles son santos, son servidores vienen y ayudan a algún humano por mandato de Dios, pero nunca han ayudado a toda la humanidad, así que en el cielo no fueron encontrados dignos de hacerlo.

Para Meditar

En el cielo todos son santos como el que está sentado en el trono, ninguno puede estar en el pecado, así que no podían venir a pagar el precio. Para poder hacer ese sacrificio solo lo podía hacer un ser que fuera capaz de conocer el pecado, pero que nunca hubiera cometido pecado. En el cielo, los cuatro seres vivientes no podían, los veinticuatro ancianos tampoco, los millones de ángeles y los ángeles fuertes tampoco; en la tierra, Abraham, Moisés, Enoc, David, María la madre de Jesús en la tierra, Pedro, Juan, Pablo, o algún otro no podían. Los del cielo no podían porque no conocen el pecado, los de la tierra no podían porque conocen el pecado y nunca han estado en perfecta santidad. Es por ello, que el único que siempre ha sido santo y que se hizo hombre (pecado) era el Cordero.

© 2023 La Biblia Continental. Todos los derechos reservados. Diseñado por Creating Destiny Graphics. Biblia Reina Valera 1960 y El texto bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de American Bible Society, por lo cual se puede usar solamente bajo licencia.