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Apocalipsis

Apocalípsis

Apocalípsis 8:12-13 “El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche. 13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!”


No solo la tierra y el mar recibirán el castigo de Dios, también los astros que Él creó serán afectados. En las plagas de Egipto también hubo densas tinieblas sobre ese país, en el cual nadie se pudo levantar por tres días (Ex 10:21-23), así será en esos días. En la tercera parte del día y de la noche no existirá luz, todo será tinieblas. El sol y la luna afectan la vida en la tierra, pues la clorofila se forma por la luz del sol, ésta es necesaria en la vida del hombre; también la luna afecta las mareas, los ciclos menstruales de la mujer entre otras cosas. ¿Qué consecuencias traerá este cataclismo?


Llegará el momento en que Jehová Dios, el Creador del universo, mostrará que no hay nadie mayor que Él, y que aun los astros pueden ser afectados por su poder. En ese instante el ser humano tendrá que reconocer que el único Dios verdadero es Jehová. Debido al humo del incendio de la hierba y los árboles, y a las partículas lanzadas al aire, la atmósfera se volverá tan densa que un tercio de la luz de los cuerpos celestes queda bloqueada.


Eso trae a colación los reportajes de televisión mostrando los incendios que las tropas de Sadam Hussein produjeron en los campos petrolíferos de Kuwait, cuando iban en retirada hacia el final de la Primera Guerra del Golfo. El humo era tan denso, que parecía ser de noche durante el día, el sol era como una oscura bola roja flotando en un cielo ennegrecido arriba. Eso será como se verán las cosas cuando el mundo escuche el sonido de la quinta trompeta.


Apocalipsis, 8:13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles! Un lamento por cada trompeta restante. Aunque las primeras cuatro son inconcebibles, serán como nada en comparación a las tres que faltan.


La Reina Valera traduce la palabra griega «aetos» como ángel, pues es similar a «angelos»; sin embargo, hay otras versiones (VIN, NC, LBLA, RVA 1989) que la traducen como águila, y varios comentaristas aseguran que águila es la traducción correcta.


Este ser en medio del cielo exclamo tres veces ¡ay! Esto es un aviso. En esta pausa, antes que las tres trompetas suenen, traerán más calamidades sobre los que moran en la tierra, los hombres que no quisieron aceptar al Salvador del mundo. La exclamación ¡ay! es una expresión de dolor, de angustia; es una palabra que aparece desde el Génesis hasta el Apocalipsis para denotar dolor, tribulación o calamidad, y es usada muchas veces por los profetas de la Biblia (ver Comentario Lc. 17:37).


“En el Antiguo Testamento, «¡ay!»indica el lamento poético relacionado con la muerte o el juicio”.7


Conclusión: Aunque el Señor haya empezado a desatar juicios sobre la humanidad, y haya paz en una parte del mundo (Cap. 6-7), lo cual trae tranquilidad y esperanza a muchos que confían en el Anticristo, en el cielo la historia es diferente: Dios está a punto de desatar los juicios de las siete trompetas y el Cordero muy pronto quitará el séptimo sello. A Él no le da ningún placer hacerlo, con amor ha estado hablando al ser humano, ha alargado el tiempo para que se arrepientan, pero la maldad va en aumento. Los juicios de los sellos que ahora concluyen simplemente no han sido lo suficientemente severos como para volver el corazón testarudo de los seres humanos a Dios. Si Él no los amara tanto, dejaría que se destruyeran unos a los otros. Pero mientras que en su calidad de Juez demanda justicia, Su amor requiere que Él siga intentando salvarlos.


Las cuatro trompetas descritas en este capítulo muestran como Dios tiene el control de todas las cosas y que hace uso de su poder para que el hombre crea en Él. Al verse afectada la tercera parte de la vegetación del planeta y ante la realidad de que nadie pueda producir tanto alimento como para abastecer a todos los habitantes del mundo (incluyendo los animales), el ser humano podrá aceptar que solo Dios puede hacer esto, pues Él siempre ha dado alimento a todos, buenos y malos. En estos momentos no se aprecia lo valioso que es el mar, el aire puro que cada día el hombre sobre la tierra respira, ni la vida que en él existe, y solo hasta que el ser humano sea privado de estas cosas se dará cuenta de lo que tuvo y no valoró.


Qué no decir de los astros, de quienes, al despertar, se aprecian sus hermosos rayos de luz. Ellos son instrumentos de Dios para dar vida y color al hermoso mundo que Dios creó. La luna y las estrellas que ponen románticos a los enamorados, además guían a los marinos en la mar y a los campesinos a conocer los tiempos de siembra y cosecha. Sin embargo, el hombre, lejos de imaginar que Dios los puso para el bien de la tierra, les ha dado la adoración que solo le pertenece al Creador.
El Iglesia predica a un Dios de amor, pero muchas veces omite predicar a un Dios justo que demanda justicia. El Apocalipsis es un juicio inminente del Todopoderoso, mediante el cual, el amoroso Dios sigue llamando al ser humano al arrepentimiento y a la santidad. Finalmente, en el libro, se muestra el triunfo del bien sobre el mal.
¡Qué la Iglesia predique siempre que Cristo viene pronto!

7 B. Utley, El Apocalipsis: Esperanza en tiempos difíciles—El telón final (Marshal, TX: P. Cabral & G. Ramos, Eds., W. E. M. Downs, Trad., 2015) (Ap 8.13): Lecciones Bíblicas Internacional.

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