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Al leer esta frase: “Y viendo el humo de su incendio…” se debe regresar a 17:16 que dice: “Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego”. Los diez reyes serán los ejecutores materiales que Dios utilice para que destruir a Babilonia (Apc 18:8). Los mercaderes marítimos ven las ruinas, las cenizas de la ciudad y expresan sus recuerdos de ella de una forma patética: “Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, …” El acto de echar polvo sobre la cabeza era un símbolo de dolor y tristeza en el momento de luto. “Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas” (Josué 7:6; 2 S 1:2; Job 2:12). Lloran y se lamentan porque sus negocios cayeron. La caída de la Babilonia causará asombro, miedo y hasta enloquecimiento en los comerciantes de aquella hora. La capital del imperio del Anticristo ha caído y quedado desolada, destruida y en ruinas. Todo esto, en un momento, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos. La expresión de ellos refleja que su dios era el dinero, que han perdido la fuente de su economía.
El capítulo 18 concluye con una voz de celebración. En la tierra, a la destrucción de Babilonia, la reacción ha sido de dolor, tristeza, clamor y llanto. El consumismo llegó a su fin. Al pueblo de Dios se le advirtió salir de esta ciudad y no participar de sus pecados.