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Este período de tribulación inició con la apertura de los siete sellos, le siguió el toque de las siete trompetas y finalmente vino el derramamiento de las copas; antes de cada serie de sucesos se muestra un preludio de lo que está sucediendo en el cielo. En este preludio, se oye el cántico de los vencedores de la tribulación. La apertura del último sello dio paso al toque de las trompetas, el toque de la séptima trompeta dio lugar al derramamiento de las copas de la ira de Dios.
Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio. Se cierra el interesantísimo pasaje parentético comprendido entre el 12:1 y el 15:4, conteniendo tantos eventos la mujer, el dragón, el anticristo, el falso profeta, el canto de los 144 000.
Juan vio un templo en el cielo como el tabernáculo del AT que contenía los diez mandamientos (Ex 32:15: 40:34,35; Nm 17:7). Se ratifica que los juicios de Dios en la tribulación son el resultado de su oposición al pecado, por el rechazo humano a su ley y su Palabra.
Los versículos 5 al 8 presentan un cuadro maravilloso: el día que se abrirá el templo de Dios en el cielo y se verá el arca del pacto con siete ángeles portando vestidos resplandecientes y con cintos de oro en el pecho. Además, la paz y el gozo rebosando en todos los mártires del evangelio, sabiendo que ha llegado el momento de la justicia y juicio a las naciones.
Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios. Estaban vestidos de lino limpio y resplandeciente (Hechos 10:30) lo que enfatiza su pureza. Tenían un cinto de oro similar al "Hijo del Hombre" (Ap 1:13, ver Dn. 10:5). Kittim Silva dice: “Estos agentes celestiales por la obediencia al Señor y por la autoridad que ejerce sobre ellos son ceñidos del cinto con el cual Él está ceñido”.
Se distinguen de los santos que visten lino blanco. Las cuatro criaturas, representando a la naturaleza, ahora les dan las copas a los ángeles. Las copas de oro en Ap 5:8 estaban llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Ahora son usadas para derramar la ira de Dios. Una vez más la ira de Dios es la respuesta de Dios a las oraciones de los santos, al igual que con las trompetas (Ap 8:5). El clamor de los mártires para que su sangre sea vengada es contestado en la tercera copa. Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles. La Escritura cita muchos incidentes como éste, en que la tienda o el templo se llena de una nube de la gloria del Señor (Ex 40:34-35, 2 Cr 5:14, Is 6:3; 30:27, Ez 10:4). Nadie podía entrar en el templo hasta que las siete plagas fueran completadas, indicando la determinación de Dios de que ocurran estas plagas hasta el final mismo. Es como si la comunión íntima de Dios con los santos no fuera posible hasta que Dios haya tratado con este asunto.