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El segundo Ángel, trae juicio, es un anuncio que anticipa lo que acontecerá cuando se aproxime el final de la gran tribulación; el tema se verá ampliamente en los capítulos 17 y 18. “ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad”. Babilonia, se refiere a todo el reino político, económico y religioso del anticristo (16:17-19), el término, lo aplica el apóstol Pedro a Roma (1 P 5:13). La intensidad de las palabras en la repetición, no es un mero hebraísmo, sino habla de un doble juicio. Babilonia va a ser destruida no sólo como sistema sino también como ciudad. (Apocalipsis, el drama de los siglos, H.H. Lockyer p. 166).
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En los días antiguos, Babilonia había sido para los profetas la misma encarnación del poder y de la concupiscencia, del lujo y del pecado. Y para los primeros cristianos judíos, Babilonia parecía haber nacido de nuevo en la concupiscencia, el lujo, y la inmoralidad de Roma. La conquista de Babilonia por Ciro de Persia fue uno de los acontecimientos sobresalientes de la historia antigua. Las mismas palabras que usa Apocalipsis 17:5 y 18:10,21, son eco de los pronunciamientos de los antiguos profetas con las que anunciaron aquella caída. «¡De repente cayó Babilonia y se hizo pedazos!» (Is. 21:9; Jr. 51:8). Pues había sido: “Una copa de oro que embriagó a toda la tierra… de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron las naciones”. (Jr. 51:7). Babilonia había sido una fuerza corrupta que había seducido a las naciones a una especie de inmoralidad demente. El trasfondo es el cuadro de una prostituta que conduce a un hombre a la inmoralidad, envolviéndole con sus palabras, emborrachándole para que ya no pueda resistirse a sus redes. Roma ha sido así, como una cortesana deslumbrante que seduce al mundo.