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Este capítulo es el único que presenta un diminutivo de libro y muestra una serie de procedimientos de cómo Dios va a determinar que sucedan los juicios que se abrirán en la séptima trompeta, y que a Juan no se le permitió que los escribiera.
El libro de Ezequiel Caps. 1- 3 presentan una gran similitud con las experiencias vividas por Ezequiel y Juan. Tienen diferente escenario, pero los dos ven al hombre como bronce refulgente (Ez. 1:26,27), sobre una nube (Ez. 1:4), el arcoíris alrededor de él (Ez. 1:28) También le dio un libro que lo comiese, la diferencia es que este estaba escrito por delante y detrás, cerrado, (Ez. 3:2) y el que se le dio a Juan era un librito abierto, ¡Gloria a Dios, porque a Juan le tocó vivir en la época de la gracia y todos los misterios del fin del mundo le fueron revelados! Al comer el libro le fue dulce como la miel (Ez. 3;3) pero sintió amargura e indignación en su espíritu (Ez. 3:14).
El librito representa la Palabra de Dios acerca del futuro, Pedro anima al creyente a desear la Palabra de Dios como alimento que nutre el espíritu (1 P. 2:2), el mismo Jesús mencionó la necesidad de la Palabra de Dios en la vida del hombre (Mt. 4:4). Ezequiel y Jeremías al igual que Juan, comieron la Palabra de Dios (Ez. 2:8-3:3; Jr. 15:16, Ap. 10:9) y les fue dulce a su paladar.
Myer Pearlman dando un significado diferente al sentido literal menciona “un libro abierto accesible a todo el mundo y no solo la posesión de una casta sacerdotal. Dondequiera que se encuentre la Biblia, allí hay libertad, puesto que el libro es enemigo de toda suerte de tiranía”. (M.Pearlman. Mirando al Futuro).
Ciertamente recibir la Palabra de Dios llena de gozo, paz y alegría, pues en ella va inmersa la presencia misma de Dios. Sin embargo, Juan dice que después que lo hubo comido “amargó su vientre” y es que, en verdad oír la Palabra, conocerla, atesorarla en nuestro corazón es dulce como la miel, pero ponerla por obra es lo que “amarga el vientre”. Someterse a vivir bajo la voluntad de Dios no siempre es fácil, compartir la Palabra de Dios es motivo de burla, muchas veces, sufrimiento o separación familiar con resultados amargos. Para los que se someten a Dios, la Palabra endulza el corazón, pero de igual manera ponerla por obra puede amargar el vientre en muchas ocasiones.
