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El sexto sello: el cielo se desvanece. Hubo un gran terremoto, «gr.seísmos mégas», y el cielo se desvaneció. (Zac 14; Sof 1; Am 9:2; Hag 2:6).
Al abrirse el sexto sello la tierra es sacudida como nunca lo fue. La maldad del hombre ha contaminado la tierra de forma que también querrá ser liberada; en el cielo todos clamaban por justicia, y aunque no se oye la voz de ésta, también anhela su liberación. El escritor sagrado utiliza la palabra “como” cuatro veces, para ilustrar con expresiones de sus días lo que veía. Hoy tal vez, usaríamos otras figuras ilustrativas, pero aún con limitaciones ante lo impactante de los acontecimientos, usando la figura de retórica que se llama “símil” o comparación.
Ocurren seis acciones repentinas:
El hombre sigue pensando igual que en los días de Noé, pues cuando este profetizaba el diluvio universal, le decían: “¡Estás loco! Nunca ha llovido sobre la tierra”. Hoy el hombre no ha sabido que sea quitada la atmósfera; solo se sabe de un hoyo en la estratosfera en la capa de ozono, el cual ha provocado un cambio climático; pero de eso a que los cielos sean enrollados, dista mucho. Es momento de reflexionar y de tomar conciencia sobre las acciones que están destruyendo al medio ambiente y que son preludio de las grandes catástrofes que ocurrirán.
Juan, en su visión, no perdió detalle alguno, las profecías acerca de los tiempos del fin en el Antiguo Testamento son reiteradas por Juan; estas son advertencias para buscar al Dios Todopoderoso, al Dios vivo y verdadero, que ama a la humanidad y no quiere que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.