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Apocalipsis

El jinete del caballo blanco, Ap 19:11-21

Apocalípsis 19:11-13 “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. 12Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. 13Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS”


En el capítulo 6, Juan vio un caballo blanco al abrirse el primer sello, cuyo jinete simbolizaba al Anticristo, una burda imitación del Señor Jesucristo. Pero ahora, el “Cordero de Dios” se hace manifiesto en medio de los cielos abiertos como el Dios poderoso que es, dueño de los cielos; los cuales se abren para darle paso. El Señor Jesucristo y su ejército en escena, listos para aplicar juicio a todos sus enemigos, enfrascándose en una batalla espiritual contra las fuerzas enemigas. El color “blanco” del caballo simboliza la victoria, ya que su jinete avanza para conquistar teniendo, ya de antemano, el triunfo asegurado. Cabalga sobre un caballo, símbolo de que va a la guerra. La forma cómo se identifica al jinete es por los nombres que le siguen: “Fiel y Verdadero”. Esta es la misma forma como se presenta a la iglesia de Laodicea (Ap 3:14), constituyendo estos dos adjetivos la forma excelsa de su carácter. Jesucristo es “Fiel”, porque cumple todo lo que las Escrituras revelan de Él y es “Verdadero” por que personifica la verdad, pues Él es la verdad (Jn 14:6).

Cuando Cristo vino a la tierra, por mucho tiempo se le identificó como un Cordero manso que dio su vida en redención de la humanidad, pero ahora no viene en plan de redención ni con el propósito de hacer misericordia, sino que viene como un Juez, en son de guerra, para juzgar, pelear y destruir a sus enemigos. Presto está en ejecutar su justicia perfecta. Juan, el apóstol, describe al jinete. “Sus ojos como llama de fuego” es una descripción parecida a la que se encuentra en Daniel 10:6 “… y sus ojos como antorchas de fuego”. Los ojos en el rostro de la persona dicen mucho de sus sentimientos y acciones; los ojos delatan. Los ojos que detalla Juan como de “llama de fuego” representan la ira santa de Cristo hacia sus enemigos. El pecado de prevaricación que los contrarios a Cristo han acumulado por muchos años, a pesar de la misericordia mostrada y compasión expresada, será juzgado. “Diademas” se traduce mejor como “coronas”. Una corona de olivo se le ponían en la cabeza al ganador en señal de victoria, también pueden significar supremacía en todas las esferas. Jesucristo, al tener muchas diademas, indica que es el máximo triunfador de todos los tiempos por su obra majestuosa de obediencia a favor de los suyos. También el máximo rey y soberano del universo: Rey de reyes y Señor de señores; su señorío está sobre todo y abarca todo, sin exceptuar nada. “Un nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo”, en Filipenses 2:9, se dice que: “Dios le dio a Jesús un nombre que es sobre todo nombre”. A Cristo se le atribuyen muchos nombres a lo largo de toda la Biblia, pero en esta ocasión el nombre con el que se le denomina se nos oculta y éste será revelado a su pueblo cuando su obra redentora haya llegado a su fin. “Juan pudo ver el nombre, pero fue incapaz de comprenderlo (cp. 2 Co 12:4). Hay misterios insondables de la deidad que ni siquiera los santos glorificados podrán captar en toda su magnitud” (B.MacArthur p. 1874).

La descripción que Juan hace de la apariencia de Jesús en esta visión es muy detallada. Primero puntualiza su rostro, después sus accesorios, y ahora describe su vestidura. Cada una de las partes mencionadas tiene un significado muy especial ya que exponen las intenciones del Creador del universo y las acciones que emprendería prontamente.
Primero dice: “Vestido de una ropa teñida en sangre”. En Isaías 63:2 habla acerca de Jesús cuyo vestido está rojo, después de haber pisado las uvas del lagar como símbolo del juicio aplicado sobre Edom. “Pisar las uvas del lagar” es un término que utiliza el Antiguo Testamento como señal de destrucción y aplicación de juicio a los enemigos. Aquí, en Apocalipsis, se describe a Jesús con las ropas teñidas de sangre como muestra del juicio que ejecutará sobre sus enemigos, aquellos que le dieron la espalda a sus brazos de amor, diciendo: ¡No andaremos! La prueba de su victoria final se verá en su ropa manchada en sangre.
Segundo, menciona el nombre del jinete: “EL VERBO DE DIOS”, es decir, la Palabra de Dios; “en este caso Jesús trae revelación de Dios, cuyas palabras son fieles y verdaderas.” (I. Barchuk, Explicación del libro de Apocalipsis p. 337). Es de notar que Juan usa el mismo título para referirse al Señor en la introducción de su evangelio (Jn 1:1).





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