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Apocalipsis

Apocalípsis

Apocalípsis 22:3-5 “Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”


La gran victoria de la iglesia se hace notar maravillosamente. El escritor de Apocalipsis afirma contundentemente que toda maldición se acabó. Esto lleva a recordar el libro de Génesis donde se oye por primera vez la palabra “maldición”, hebreo arrur: maldición (Gn 3:14). Dios la pronunció: 1) contra de la serpiente (3:14); 2) contra la actual tierra, donde vive el hombre, produciendo así espinos y cardos (3:17) y 3) contra Caín (Gn 4:11). Y desde luego también se cumplen profecías del AT, como ésta de Zacarías 4:11: “y morarán en ella, y no habrá nunca más maldición”. (cf. Mal 4:6).

“Y sus siervos le servirán” expresa la idea que todos los habitantes de aquella época son servidores de Dios Padre y de Jesucristo, por lo tanto, podrán estar a sus órdenes y al servicio del Rey de Reyes. Esto incluye tanto a los seres angelicales como a los humanos. En 7:15 se menciona a los redimidos “que están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo”. “Provistos de cuerpo y mente perfectos y glorificados, tendremos el gozo de servir al Señor como no lo podemos hacer ahora debido a la perturbadora influencia del pecado”. (Apocalipsis: el drama de los siglos, p.242)

4”y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”.
Es interesante que se use el singular para “rostro” cuando lo lógico sería el plural “rostros”, pues dos son lo que están sentados en el trono y la lógica de la sintaxis muestra que Juan debería seguir el plural del versículo anterior, pero nadie puede negar la afirmación de Cristo: “quien me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14:9; cf 1 Co 13:9-12; 1 Tim 6:16)). ¡Qué privilegio tendremos al poder mirar el rostro del Cordero y la faz del Padre! ¡El mayor anhelo de Moisés estando en la tierra, fue ese (Ex 33:18-23) y ahora se verá cumplido en la eternidad!

“El nombre de Dios y del Cordero (de nuevo en singular) estará en la frente de cada servidor” así como en el Antiguo Testamento el sumo sacerdote tenía la diadema de oro con la leyenda “santidad a Jehová” (Ex 39:30).
Las bendiciones siguen incrementándose para los hijos de Dios: “y reinarán por los siglos de los siglos”. La expresión “siglos de los siglos” no representa “centuria tras centuria” pues no habla del tiempo cronológico de cien años, los cuales nosotros llamamos “siglo”. Aquí se usa el vocablo “eón” que puede traducirse como “era para siempre jamás”. Esto significa que será un reinado eterno, para siempre.

Nota Histórica

La Biblia habla de tres cielos (2 Co 12:2), por eso los judíos usaban el plural para referirse a “el cielo” (hebreo samayim). Casiodoro de Reina traduce correctamente Génesis 1:1 al mencionar “los cielos”, la King James, lo traduce en singular: “the heaven: el cielo”. El idioma hebreo, a diferencia del español, tiene tres plurales: el normal, como cuando se dice “pueblos” (hebreo: ammim); el dual como “Egiptos” (mizraim), refiriéndose al alto y al bajo Egipto; y el plural “mayestático” como para Dios (elohim) traduciéndose dioses, que en el caso de Dios no se refiere a la Trinidad sino a su majestad.

Los judíos creían que el primer cielo era el atmosférico, donde vuelan las aves, están las nubes y mora Satanás (Ef 2:2); el segundo cielo es donde están la luna, el sol y las estrellas; y el tercer cielo, donde mora Dios: “He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella” (Dt 10:14). En este cielo, Dios estableció su trono (Sal 11:4), pero es totalmente inaccesible (1 Ti 6:16) para el hombre terrenal (1 Co 15:50), por lo tanto, es necesario que los hijos de Dios sean transformados (1 Co 15:52,53), y obtengan un cuerpo semejante al de su Señor (1 Jn 3:2).



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