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Juan da una descripción de la bella ciudad celestial, la cual representa a la iglesia en todo su esplendor. Los materiales descritos a continuación simbolizan el carácter y naturaleza de la ciudad donde habitarán los santos. A la descripción que hace Juan, los teólogos le llaman: “descripción fenomenológica”, es decir, que de acuerdo con su vocabulario y contexto un hombre explica lo que ve. El número 12 (griego: dodeka) sale a relucir en todo el libro: 22 veces se menciona en Apocalipsis y ocho veces en este capítulo. La ciudad debió ser excelsa ante los ojos del Apóstol pues la cubría completamente la gloria de Dios. Lo mismo, pero en menor escala, sucedió con Moisés cuando bajó del Monte Sinaí, pues la gloria de Dios solo cubrió su rostro por un tiempo (Ex 34:29).
“teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”. No se refiere al jaspe tradicional, sino más bien a un diamante transparente, una gema perfecta que refleja con nitidez la luz brillante de la gloria de Dios que emite con fulgor, y que se esparce por los nuevos cielos y la nueva tierra (cp. 4:3) (Biblia MacArthur p. 1877).
Las doce puertas representan a Israel y los doce cimientos representan la iglesia. Esto pone de relieve la unidad del pueblo de Dios en los tiempos del AT y del NT (Biblia Vida Plena p. 1887)
La simetría es símbolo de belleza y esta ciudad tiene una simetría perfecta. Es una ciudad cúbica como el templo de Jerusalén. En cada lado tres puertas, doce en total, con un ángel guardián para custodiar la entrada y cuya función no es defensiva sino de corte real. Cada puerta lleva uno de los nombres de las tribus de Israel. El muro grande es sólo para mostrar magnificencia y simetría, no tendría funciones defensivas pues ya se advirtió anteriormente que “todo era nuevo”. Doce cimientos con los nombres de los doce apóstoles.